La palabra circo lleva
implícita conceptos como alegría, ilusión, constancia y sacrificio. Si a estos
les sumamos otros como innovación, fantasía y misticismo el resultado es el
Circo Mágico.
Productores de sonrisas (qué
mejor nombre para una compañía dedicada a eventos circenses) son los encargados
de ofrecer al público un espectáculo que apuesta por elementos tradicionales
del circo y que añade un relato mágico con personajes fantásticos e innovaciones
tecnológicas.
En otros eventos de
características similares existen grandes profesionales pero suelen carecer de
un relato, error que los directores de este espectáculo no han cometido. Todos
los artistas que intervienen nos trasladan al universo de la vía láctea, con
sus planetas y constelaciones. Este leitmotiv
estará presente en todas las actuaciones, de forma directa mediante cuentos o
indirecta gracias un cuidado vestuario. Incluso en la entrada al recinto
también pude observar personajes zancudos y escuchar una original música que nos daba la bienvenida.
Quien mejor que un Árbol
Mágico –árbol druida de más de 5 metros de altura interactivo e hiperrealista– para
narrarnos las historias y leyendas del mundo de la fantasía. Su sabiduría y voz
envolvente permiten que el público pueda conocer cómo se formó el universo y
quiénes fueron los guardianes de las doce constelaciones. La carpa, donde se
celebra este evento, no es un mero toldo que recubre el recinto, sino que
también forma parte de la puesta en escena, al contar con la tecnología
necesaria para poder divisar de forma onírica las figuras zodiacales y sus
respectivas representaciones. En este mundo de fantasía no podía faltar el mago
más famoso de la historia europea, el gran Merlin. El cómico y mago Manuel Feijóo da vida al joven aprendiz y se convierte en el hilo
conductor del espectáculo. Dentro de la magia de cada número hay un carácter didáctico
y educativo que rara vez un evento de esta naturaleza suele contener.
Suso
Silva, director artístico de Circo Mágico, es el encargado de
dirigir a más de una treintena de artistas de distintas nacionalidades; entre
los que se encuentran acróbatas, equilibristas, mimos, payasos y bailarines.
Cada profesional introduce una disciplina artística y cualidades físicas como
elasticidad, fuerza, resistencia o precisión. Todos ellos están ataviados con
más de 100 trajes, hechos a medida, de tejidos naturales pintados a mano. Además
de máscaras y tocados para la creación de personajes mitológicos, como seres de
luz, elfos, hadas, faunos, unicornios, duendes, etc.
Durante el espectáculo,
dividido en dos actos, pude apreciar la sonrisa de los más pequeños y la cara
de asombro de los no tan jóvenes. Emoción –en números que parecían propios de
seres fantásticos– y diversión –cuando los asistentes formaban parte del
espectáculo con gags y actuaciones improvisadas– son los dos sentimientos que
mejor definen este evento navideño. La magia, en ocasiones algo camuflada, es
el elemento integrador de todos los números, así como el lema característico de
esta obra artística: “Aquellos que creen en la magia, siempre la encuentran”.
Productores ejecutivos:
Manuel y Rafael González Villanueva. Director artístico: Suso silva. Diseño de
iluminación: Juanjo Llorens García. Escenografía: Fito Dellibarta. Vestuario: Nuria
Manzano. Coreografía: Kristine Lindmark Pederson. Artistas: Manuel Feijóo,
Davis Vassallo, Troupe Zola, Togni Christopher, Dúo Alansia, Jérôme Murat,
Royal Quick, Trío Essence y Alexandra Buzás.
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