La mentira es una
herramienta del ser humano. Nunca faltan motivos para recurrir a ella y en cada
persona está utilizarla, o no, para conseguir sus fines. Los términos “verdad y
“mentira” son subjetivos y están separados por una barrera muy fina. El
periodista, por ejemplo, trata de buscar hechos certeros y para ello debe
contar con todos los puntos de vista. De igual forma que lo hacen los
protagonistas de esta historia representada en el Teatro Español.
Cronología
de las bestias encaja en la categoría de comedia negra. Este
género, aplicado principalmente al mundo cinematográfico, tiene como temática
principal la tragedia humana, en sus respectivos planos, y sitúa al hombre como
bestia. Además, incorpora a personajes descontrolados que carecen de
ambiciones. En esta ocasión, estas particularidades están aderezadas con la
mezcla de suspense, intriga y pasión.
Esta obra nos invita a conocer
a una familia rota por la desaparición de su hijo hace once años. Cuando
pensaban que nunca le encontrarían, su madre Olvido (Carmen Machi),
su tía Celia (Pilar Castro) y su primo César
(Santi Marín) deben asumir que el
joven Beltrán (Patrick Criado) ha vuelto, aunque nada será como antes. Todos han
cambiado y su modo de vida y de actuación será la mentira y el engaño para
evitar mirar de frente a la verdad de lo sucedido. Además, cuentan con la
presencia de un enigmático sacerdote, Jorge
Kent, que les ayudará a sobrellevar, o acrecentar, este shock.
El texto corre a cargo del
maestro argentino Lautaro Perotti con
las aportaciones de Jorge Muriel. Perotti también se pone al frente de la
dirección teatral. Su trabajo lo califico de magnífico porque es capaz de
plasmar en el guion un crisol de sentimientos, algunos contradictorios, que
definen el comportamiento del ser humano en situaciones límites.
Uno de los objetivos del
director es presentar el relato desde dos realidades distintas. Por un lado desde
el presente, con la visión realista de los personajes y por otro desde los
recuerdos, algunos alterados, que sufren los protagonistas. Esta última técnica
es denominada racconto o narración
preactiva y, a pesar de su complejidad, Perotti
la introduce a la perfección. No obstante, observo un cierto desequilibrio
en los tempos de la representación. Al principio, el relato es narrado de forma
lenta y pausada, pero a medida que avanza la función va cogiendo un ritmo frenético
que finaliza con un final abrupto, sin apenas tiempo para que el espectador
puede digerir los cambios del sorprendente final.
El elenco brinda a los
presentes una soberbia actuación. Sería incapaz de destacar a algún actor por
encima de otro, porque la aportación al relato de todos es óptima. Los cinco
interpretan con soltura escenas paralelas sobre el escenario, otorgan a la historia
intensidad emocional y saben mantener silencios incómodos para crear un clima
de tensión constante.
Carmen
Machi representa, con incredulidad y temor, a Olvido, la madre del joven desaparecido.
A medida que avanzan los minutos vemos un cambio en su personaje: al principio
es palpable cierta alacridad por el regreso de Beltrán, pero poco a poco va disfrazándose de desconcierto y apatía
que resume muy bien en una de sus frases: “Me hice fuerte”. No es la primera
vez que esta afamada actriz deja aún lado su faceta humorística y, después de
esta fabulosa actuación, no creo que sea la última. No obstante, Machi es capaz de provocar risas entre
el público por la naturalidad que demuestra sobre las tablas y su llaneza a la
hora de recitar el guion.
El joven Beltrán, Patrick Criado, es el sujeto sobre el que gira toda la historia.
Puedo decir que he visto crecer natural y artísticamente a este actor desde la pequeña
pantalla y su maduración profesional ha sido alucinante. En esta obra, la
complejidad de su papel no está en las frases del texto, sino en los movimientos
faciales y gestuales, los cuales los ejecuta con maestría. Criado es capaz de transmitir con su personaje miedo, perplejidad e
incomodad y, a su vez, darle un toque misterioso que desde mi óptica es ya una
seña de identidad propia.
Pilar
Castro da vida a Celia, una
señora inquieta adicta a la costura, y que es tratada con cierto desprecio por
parte de los demás miembros de su familia. La actriz madrileña, que ha intervenido
en más de una veintena de series, no para de recorrer el escenario de un lado a
otro, y tiene un papel difícil de mantener. Representar a un personaje con
ingenuidad e inocencia enfermiza puede provocar que sus frases contagien
desgana e incluso, que sean obviadas por el espectador, pero en esta ocasión no
ocurre tal efecto.
Santi
Marín, interpreta a Cesar,
el hijo de Celia. Este personaje
aporta el cariz agresivo a la obra y va dando pautas de actuación a los demás
protagonistas. Este actor, a pesar de su juventud, ha participado en múltiples
series televisas y en funciones teatrales. En esta ocasión me ha sorprendido
positivamente por sostener el tono obscuro de su personaje a lo largo de los 75
minutos de función. Marín ya había
trabajado como director con Lautaro
Perotti, autor de este guion, en El intérprete.
En definitiva, un actor con mucho futuro. El artista que menor presencia tiene
en el libreto es Jorge Kent, en su
papel como sacerdote. No obstante, representa con atino el semblante frío y reservado
de su personaje. Una vez más, este actor demuestra seguridad en el plano
dramático después de varias apariciones en series televisas y montajes
teatrales.
Otra de las virtudes y
esencias de esta obra es su cuidada puesta en escena y su acierto con los
recursos sonoros. Mónica Borromello, directora
artística, recrea con exactitud y soberbia el interior de la casa de la familia
y los escenarios exteriores. Los árboles situados a ambos extremos del escenario
y los sonidos de los pájaros ayudan a que el espectador entre definitivamente
en la representación.
En
Cronología de las bestias conocerás
los secretos de esta familia y descubrirás sus trágicas vidas que intentan ocultar
tras la mentira
Autor
y director: Lautaro Perotti
Reparto: Carmen
Machi, Celia Pilar Castro, Santi Marín, Patrick Criado, Jorge Kent
Funciones:
hasta el 8 de abril
Lugar:
Teatro Español (Calle Príncipe, 25, 28012 Madrid)
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