¿En realidad somos libres?, ¿las
decisiones que tomamos no están condicionadas por nada ni nadie?, ¿qué
significa ser dueños de nuestro propio destino? Si alguna vez se han planteado
alguno de estos interrogantes o, simplemente, no tienen muy clara la respuesta,
esta obra en la Sala Mirador puede aportarles algo de luz.
Quien conozca esta sala es
consciente de que su especialidad es el teatro alternativo. Quedan pocos
lugares en la capital donde poder disfrutar de este tipo de funciones y
alejarse de los espectáculos más comerciales. Este es un país libre y si no te gusta vete a Corea del Norte
podemos situarlo dentro del género de la comedia negra. Este género, aplicado
principalmente al mundo cinematográfico, tiene como temática principal la
muerte, en sus respectivos planos, y sitúa al hombre como bestia. Además,
incorpora a personajes que no tienen control sobre sus vidas y carecen de
ambiciones. Todas estas características están presentes en la obra que nos
ocupa. También aprecié rasgos surrealistas y vanguardistas por el propósito consciente
de alejarse del realismo.
Iñigo
Guardamino, autor y director teatral, lleva la batuta de esta
representación. En esta ocasión, nos brinda la posibilidad de adentrarnos en la
infranqueable República Popular Democrática de Corea del Norte a través de los
ojos de un ciudadano. Mientras tanto, nos propone seguir el ciclo vital de una
persona, por medio de enigmáticas vivencias, en el mundo occidental: naces
(un bebé con cuerpo de humano y cabeza de dingo enfrenta a sus progenitores). Creces
(una muchacha hace la primera comunión y entra en el mundo adulto, con las
incoherencias que ello implica. La niña descubre un extraordinario poder que
compartirá con su amiga). Te reproduces (una pareja de novios desea que
nada falle en su enlace matrimonial y que todo quede inmortalizado en un álbum
fotográfico) y mueres (un hombre viudo contrató los servicios de una
empresa para grabar el funeral de su esposa y una de las tomas tenía poco
realismo. Está dispuesto a revivir el dolor del momento).
Todos estos datos, recogidos
de forma sucinta en el programa de mano, nos desvelan el propósito del
director. Guardamino establece una
contraposición entre dos formas de vida: la occidental, y supuestamente libre,
y la norcoreana dictatorial. La originalidad del tema es digna de elogio, así
como el sugerente título de la obra. El objetivo principal se cumple, pues a lo
largo de la función es palpable el choque de mentalidades opuestas. No
obstante, si la intencionalidad era buscar un paralelismo directo hubiera sido
más fácil rebajar el tono filosófico y exponer con más llaneza las situaciones
que se presentan.
Por otro lado, Iñigo Guardamino invita a recapacitar
sobre otros temas, tales como el consumismo desenfrenado e imperante en la
sociedad actual alentado por la propaganda. ¿Somos más felices por tener más
posibilidades de elección? Otro aparente sinsentido es nuestro empeño por
inmortalizar todos los momentos clave de nuestra vida con innumerables
dispositivos electrónicos, lo que lleva a la reflexión del poder de la imagen. El
carácter introspectivo es una de las esencias de este trabajo y es difícil de
encontrar en otras representaciones.
Desde el punto de vista de
la gramática textual, el libreto destaca por una complejidad estética que se
manifiesta en diálogos profundos, cargados de verdad, con sonoros y constantes
adjetivos. También percibí frases en prosa versada con numerosas críticas
implícitas. Sin duda, un trabajo arduo y meticuloso aunque podría contener más
gags humorísticos. El reparto sabe transformar las anteriores características
en un relato descifrable, con un comienzo muy potente, y marcado por la
sucesión de escenas que otorgan rapidez y viveza a la obra. La incorporación de
la voz en off es sin duda un acierto,
al igual que intercalar las conversaciones entre los personajes con soliloquios
dirigidos al espectador.
Las actrices, Natalia Díaz y Sara Moraleda interpretan con atino a la pareja de niñas que
comienzan a salir de la burbuja de la infancia, pero que todavía conservan
rasgos infantiles como la inocencia y los llantos y pataletas. Los cambios de
registro vocal son correctos, pese a la dificultad que implica ejecutar una
variedad de roles. Sara Moraleda, como
fotógrafa fúnebre, abandona su perfil joven y sabe mantener a un personaje que
aparenta seguridad y profesionalidad. Esta actriz protagoniza una de las
escenas más impactantes de la obra. Además, su papel como novia advenediza da
comicidad a la representación. Por su parte, Natalia Díaz transmite a los presentes su preocupación por la
rareza física de su hijo, así como su amor incondicional hacia él. Díaz también protagoniza un divertido momento
al parodiar los desfiles militares norcoreanos. Su actuación a lo largo de los
90 minutos aporta serenidad y contundencia a la función.
Rodrigo
Sáenz de Heredia interpreta con la incomodidad que exige el
guion recrear el funeral de su esposa. En esa escena combina, junto con su
compañera, humor por semejante parodia pero dramatismo por recordar viejos
sentimientos. Su tono inocente y acaramelado dando vida al futuro novio también
lo realiza con acierto. Además, el cambio de registro al actuar de padre
furioso con rasgos psicóticos, recuerda el tono dramático al que nos tiene
acostumbrado en su aparición en series televisivas.
La escenografía es simple y
los uniformes de trabajo de las víctimas del régimen norcoreano otorgan
profundidad y dramatismo a la representación. La temática musical es adecuada en
relación al texto de la obra, aunque también podría incorporar algún solo
musical para que los personajes expresaran sus estados de ánimo y les sirviera
para aliviar sus penas.
En
esta obra viajarás a Corea del Norte mientras reflexionas sobre tu vida, con
aparente libertad desde el mundo occidental
Autor
y director: Iñigo Guardamino
Reparto:
Natalia Díaz, Sara Moraleda, Rodrigo Sáenz de Heredia
Lugar:
Sala Mirador (Calle del Dr. Fourquet, 31, 28012 Madrid)
Contacto: https://lamirador.com/funcion?nombre=este-es-un-paIs-libre-y-si-no-te-gusta-vete-a-corea-del-norte
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