Reconózcanlo, ustedes
también mienten. Seguro que solo son pequeñas mentirijillas para poder salir airosos
de embrollos inesperados o para ayudar a un amigo. Créanme si les digo que
deben ir a ver esta obra, en el Teatro La
Latina, para pasar una tarde muy divertida.
Pep
Antón Gómez y Sergi
Pompermayer, expertos en dirección de obras teatrales, se ponen al frente
de esta representación y su trabajo conjunto es magnífico. La comedia de las mentiras encaja en la clasificación de comedia de
enredos, puesto que su argumento cuenta con tres de las esencias fundamentales:
complicado, ingenioso y con final inesperado. Además, la trama también está
aderezada con líos amorosos. En definitiva, una comedia fresca al más puro
estilo sit comedy.
Los autores de esta obra nos
invitan a viajar a la cuna de la civilización occidental, Atenas, y a conocer a
una particular familia. Cántara (Maria Barranco), solterona despechada
en busca de amor, es la dueña de la casa ante la ausencia de su hermano. Cántara tendrá que lidiar con sus
sobrinos malcriados Hipólita (Angy Fernández) y Leónidas (Raul Jiménez).
La relación entre los dos hermanos es delicada aunque tienen más en común que los genes que comparten. Ambos están enamorados, Hipólita de Tíndaro (José Troncoso) y Leónidas de Gimnasia (Marta Guerras). Sus parejas no
complacen a su estricto padre y su ingenio para poner excusas es igual de
pobre. Esta singular familia cuenta con la complicidad de su esclavo Calidoro (Pepón Nieto), centro de todos los enredos. Además, un misterioso e
imponente general macedonio Degollus (Paco Tous) afirma haber comprado a Gimnasia y su presencia en la casa
complicará, aún más, las relaciones entre los personajes.
La obra en un primer vistazo
puede recordarnos a otras de las muchas comedias de enredos que existen, pero los
detalles de sus creadores, algunos sutiles, marcan la diferencia. El texto, a
pesar de estar inspirado en escritos de Plauto,
huye de las historias clásicas de los dioses griegos y sus enviados a la
tierra, que conocemos por hartazgo. Las referencias a autores antiguos son
limitadas; lo interesante es ir extrayendo los paralelismos entre los
protagonistas e ilustres personajes griegos. La introducción de la prosa
poética es oportuna y bien entrizada en el guion. La trama va complicándose a
pasos agigantados pero es perfectamente digerible por el espectador.
Los autores calibran en su
justa medida dos de las formas clásicas para que el público conozca a la que
será su familia en las dos horas que dura la función. Por un lado, uno de los
personajes hace de narrador omnisciente y presenta las singularidades de los protagonistas.
Una vez expuestas, solo queda que los asistentes descubran los lazos que les
unen. Otro detalle esencial es el
acierto con los nombres griegos de los personajes, que termina de situarlos en
un momento indeterminado de Atenas.
Pepón
Nieto se viste de Calidoro,
mayordomo y confidente de la familia donde trabaja. Este personaje es el que
mejor hace honor al título de la obra aunque antepone los intereses del clan familiar a los suyos. Puedo decir sin temor a equivocarme que sin Nieto esta función no tendría sentido,
aparte de ser el nexo común de los personajes, su actuación es magnífica. El
actor marbellí, que ya se había subido a las tablas en cuatro ocasiones, aporta
bonhomía y candidez a la obra y ofrece ingeniosos juegos de palabras, que
arrancan la carcajada del público. Si necesitara un mayordomo, Calidoro sería mi prototipo.
Maria
Barranco es Cántara, una
mujer que ha sufrido en el amor. Su marido Filemón
se fue a “comprar higos” y nunca más volvió. Ante la ausencia de su hermano, trata de controlar a sus sobrinos, con poco éxito. Esta actriz es un rostro
conocido del cine español, en papeles como Mujeres
al borde de un ataque de nervios o Las
brujas de Zugarramurdi. En esta ocasión, la artista malagueña aporta fuerza
y contundencia al relato, a la vez que mucha risa, por sus intentos de contener
el deseo sexual de su personaje. El último actor en entrar a escena es Paco Tous, que se viste del general
Macedonio Degollus. La primera
aparición de este personaje me recordó a su papel en la serie de Tejero y a la aparatosa y violenta
entrada en el Congreso de los Diputados. Esta es la pose que intenta aparentar
a lo largo de la obra, aunque descubramos que detrás de sus medallas hay un
hombre entrañable y lleno de afecto. Estos dos últimos adjetivos también son
implícitos en su persona. Da igual en el
registro artístico en el que se mueva el actor, que siempre desprende talento y
ternura.
El tono inocente y fresco de
la obra es aportado por la pareja de hermanos Raúl Jiménez y Angy
Fernández. Cualquier persona mínimamente avezada en las series españolas
conoce los infinitos papeles de Jiménez.
En esta obra, es uno de los actores que más me ha sorprendido porque siempre ha
destacado en papeles dramáticos y su actuación en esta comedia es buena. Su
personaje es el de Leónidas, un
joven apuesto y bastante simple que somatiza todos los problemas. Por su parte, Angy Fernández da vida a Hipólita,
una muchacha de carácter fuerte, por decirlo suavemente, que cuenta con un
amplio repertorio de insultos y sueños imposibles. Su padre quiere casarle con
un señor cercano a la senectud, pero ella desea obtener su bendición para poder
casarse con Tíndaro. La versatilidad de Fernández es
alucinante. Podemos verla como presentadora de programas, como cantante o
como, en esta ocasión, actriz de teatro. En la obra, la artista mallorquina tiene
un texto muy rápido y provoca que en ciertos momentos titubee al declamarlo, aunque salga airosa de ello. Ambos hermanos urden el mismo plan disparatado para
poder escaparse con sus parejas.
Los pretendientes de la obra
están representados por José Troncoso
y Marta Guerras. El primero da vida
a Tíndaro, un joven ingenuo natural
de Mileto que espera localizar a su progenitor. En su búsqueda encuentra al
amor de su vida, Hipólita, y no
dudará en complacer sus lujosos planes de futuro. Troncoso es otro de los actores que más me ha impresionado. Al
principio de la función parece estar encorsetado en su traje pero a medida que
pasan los minutos brilla sobre el escenario. Por su parte, la actriz representa
con acierto a Gimnasia, una joven
flautista deseada por los hombres que ansía montar un prostíbulo en Olympia. El
personaje de Marta Guerras simula cierta
tosquedad e ignorancia pero sus momentos de lucidez son geniales a la par que
divertidos. Guerras ha demostrado su
telegenia en series españoles aunque su trayectoria en el mundo del teatro es
abultada con buenas representaciones, como ocurre en esta función.
Otro de los atributos
positivos de la obra es que los actores compaginan los diálogos entre ellos con
los que se dirigen al público. En alguna ocasión, los artistas rompen el
proscenio y utilizan las escaleras centrales y laterales del Teatro la Latina,
lo que otorga cercanía para con el espectador. En esta comedia el público también verá
26 escenas diferentes y cargadas de ritmo. Los protagonistas son los encargados
de mover el mobiliario del decorado con una coreografía simple pero vistosa.
Reconozco que tengo devoción por la introducción de momentos musicales en las
representaciones teatrales y esta obra los contiene en instantes estratégicamente seleccionados. En conclusión, una comedia divertida con
alegatos a favor de la mentira y, por supuesto, de la risa.
En
La comedia de las mentiras descubrirás que la suma de mentiras puede llegar a
convertirse en verdad. Lo que es seguro serán sus risas
Dirección: Pep
Anton Gómez
Autores:
Pep
Anton Gómez y Sergi Pompermayer
Reparto:
Pepón
Nieto, María Barranco, José Troncoso, Paco Tous, Raúl Jimenez, Angy Fernández y
Marta Guerras
Funciones:
Hasta el 6 de mayo
Lugar: Teatro
La Latina (Plaza de la Cebada, 2, 28005 Madrid)
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