Juntar en una misma
habitación a un grupo de amigas con sus respectivas madres mientras tiene lugar
el banquete de una boda puede entrañar cierto riesgo. En ese delicado momento quizá
descubras que te pareces más a tu madre de lo que en un principio pensabas. Si
quieres formar parte de esta singular ceremonia puedes visitar el Teatro
Fígaro.
Podemos situar esta obra,
escrita por Ana Rivas y Helen Morales y dirigida por Gabriel Olivares, en el género cómico, y
más concretamente en el de vodevil. En
ella encontramos un argumento complicado, ingenioso y un final que el público
no esperará. Todo ello está aderezado con líos amorosos en el contexto de una
boda. La suma de estos ingredientes tiene como resultado la risa del
espectador.
La
madre que me parió te invita a adentrarte en el convite nupcial
de una singular boda. Daniela (Ana Villa) acaba de contraer matrimonio
pero ya está arrepentida de tal decisión. En una habitación del hotel, donde tiene
lugar la ceremonia, reúne a sus amigas (Bea,
Alicia Garau, Alba, Esperanza Pedreño,
y Natalia, Laura Toledo) para contarlas un secreto desconocido por todas. La
curiosidad también hace que las madres que las parieron (Aurora, Marisol Ayuso, Merche, Juana Cordero y Pilar, Aurora Sánchez, se unan a la cuchipanda. En los 90 minutos que
dura el banquete, también descubrimos las historias personales de este grupo de
amigas y sus rencillas del pasado. Mientras tanto un invitado, Diego París, no deja de hablar por
teléfono con una máquina.
La idea propuesta por Ana Rivas, afamada directora de
programas televisivos, la califico de extremadamente ingeniosa. Todos en algún momento
hemos asistido a alguna celebración que comienza por alguna de estas vocales “BBC”: bodas, bautizos y comuniones. De esta realidad, Rivas saca un libreto ágil con parodias y escenas de humor, aunque
podría haber explotado aún más las situaciones cómicas con historias pasadas de
los personajes o con más frases típicas de las madres. En un ambiente nupcial, la protagonista indiscutible es la
novia, pero también la madre de la prometida. Con esta percha (término usado en
periodismo equivalente al de gancho informativo) introduce otro universo como
es el del famoso grupo de amigas de la infancia. El texto, y los líos derivados
de la representación, es entendible, aunque hubiera sido de ayuda que en el
programa de mano aparecieran los parentescos (de quién es madre o hija cada
protagonista).
Gabriel
Olivares, exitoso productor y director teatral, es el encargado
de dirigir al reparto. Por un lado, en esta obra, tiene un trabajo sencillo por
la calidad artística de los intérpretes, aunque el principal peligro es saber repartir
a tantos personajes sobre el escenario, y lo resuelve con acierto. De hecho,
los momentos más hilarantes ocurren cuando todos los protagonistas salen a
escena. Además, las continuas salidas y entradas de los personajes sirven para
oxigenar la obra y aportar agilidad y frescura a la historia.
Las actrices en su conjunto son
rostros conocidos por el público y cuentan con un gran bagaje, aunque las de
mayor edad son las que marcan los tempos del humor. Marisol Ayuso interpreta con maestría y contundencia a Aurora, una católica practicante, protestona, adicta a los medicamentos y que no puede despegarse de su hija. Ayuso mantiene la risa constante del
público con sus frases sentenciadoras y como solo ella sabe hacer. Juana
Cordero da vida, con gracia y soltura, a Merche, una madre moderna con unas copas de más. Las entradas a escena
de la actriz y sus caídas son un revulsivo de la obra y protagonizan los momentos más
graciosos de la función. Aurora Sánchez
aporta con su personaje y su actuación serenidad ante tanto caos. Sánchez da vida a Pilar una señora amante de las novelas detectivescas y con
tendencia a hablar consigo misma.
El trabajo de las actrices más jovenes aporta continuidad al relato, cargado de enredos amorosos, al dar vida a un
grupo de amigas inseparables, aunque muy preocupadas por sus egos. Ana Villa da vida a Daniela, una novia que lleva demasiado
lejos los nervios del día de su boda y está dispuesta a dar un paso atrás. Villa es el centro de la obra e
interpreta de forma correcta los nervios de su personaje por la noticia que
tiene que comunicar. Alicia Garau es
Bea, una directiva publicitaria divorciada
de carácter fuerte con incontinencia verbal. Su drama es no encontrar canguro
para sus hijos. Garau sabe
transmitir con gracia los intentos de su personaje por contener su deseo
sexual. Esperanza Pedreño se viste de Alba, una joven y cándida sindicalista que tiene que atender a un
marido de extrema ineptitud. Esta actriz domina a la perfección la voz ñoña de
su personaje que me recordó a sus comienzos en Cámara Café. Laura Toledo es
Natalia, una joven soltera que
trabaja en el departamento de publicidad de una empresa. Toledo interpreta con sencillez el carácter suave de su personaje. A
pesar de que su papel es menor, la inclusión en la obra del único actor, Diego París, es oportuna. Sus intentos
por su osadía a intentar darse de baja de una compañía telefónica son muy
graciosos.
El decorado de la obra recrea
a la perfección una habitación de un lujoso hotel. Probablemente sea una de las
mejores escenografías de las comedias en cartel. La entrada a escena de los
personajes va acompañada con las canciones pachangueras propias de un banquete
de bodas. El momento musical del final es muy acertado y me recordó a la música
cabaretera del siglo anterior. El uso de una pantalla improvisada en el escenario
donde proyectan el chat grupal de los protagonistas es un gran acierto.
En
La madre que me parió estás invitado a una boda y descubrirás lo
mucho que te une a tu madre, aunque trates de disimularlo
Dirección:
Gabriel
Olivares
Autor:
Ana
Rivas y Helena Morales
Reparto:
Marisol
Ayuso, Juana Cordero, Alicia Garau, Diego París, Esperanza Pedreño, Laura
Toledo, Aurora Sánchez y Ana Villa.
Funciones:
hasta el 17 de junio
Lugar:
Teatro Fígaro (Calle del Dr Cortezo, 5, 28012 Madrid)
No hay comentarios:
Publicar un comentario