Hay pocos poetas tan
admirados como Federico García Lorca.
Todos los años deberíamos hacerle un homenaje por sus textos, sus novelas y por
ser un embajador de la narrativa española. La faceta más conocida es la de un Lorca melancólico, aunque pueden
descubrir su lado más carnal asistiendo a esta representación en el Teatro Fernán Gómez.
Oh
Cuba nos invita a
sentir lo que el poeta granadino experimentó durante tres meses con motivo de
su estancia en la república cubana. Este espectáculo visual, producido por
SEDA, contiene la suma de las principales disciplinas artísticas: poesía
teatralizada, danza, música y mucho arte. Francisco
Ortuño Millán es el encargado de dirigir esta maravilla y seleccionar
cuidadosamente los textos, algunos inéditos, que Lorca dejó en tierra cubana. También incorpora poemas de su amigo y
coetáneo Jorge Guillén. Los amantes
de la literatura y del teatro disfrutarán con una delicada, a la vez que
vistosa, puesta en escena, vibrarán con la música en directo y gozarán con una
coreografía perfectamente ejecutada, que más tarde comentaré.
Un evento de estas
características debe contar con un relato, un texto que permita al espectador
seguir el hilo de la función para que pueda apreciar y dar sentido a música,
danza y poesía. Este es uno de los objetivos de la exuberante Loles León. Esta archiconocida actriz cambia
radicalmente el registro humorístico al que nos tiene acostumbrado. Incluso
conociendo la temática y estructura del espectáculo, la actuación de Loles León sorprende positivamente. La
actriz barcelonesa se mete en el papel de Federico
García Lorca y deleita a los presentes con los textos del escritor andaluz.
Declama con soltura, elegancia y fuerza las poesías del poeta. León, en su papel como conductora del
espectáculo, ejerce de narradora y va uniendo las disciplinas artísticas que
están presentes en la obra. Estas pueden agruparse en cinco latidos, convertidos
en momentos, que explican las emociones de Lorca
en el archipiélago cubano y ayudan a entender la teoría lorquina del
duende: la suma del encanto misterioso e inefable.
El atuendo blanco puro de Loles León, escogido por la diseñadora Mila Bentabol, marida de forma perfecta
con la dinámica del espectáculo, así como algunos de sus complementos. Desde mi
óptica, podría explotar aún más la elegancia y ritmo que otorga el abanico.
Un detalle que puede pasar desapercibido es que la actriz no monopoliza en
ningún momento la función; incluso en algunos instantes, aunque esté sobre el
escenario, pasa a un segundo plano. En definitiva, León exuda talento en su actuación y permite que el espectador
encuentre los puntos de unión de dos culturas hermanas: la española y la
cubana.
El bailaor argentino Adrián Galia, es el encargado de la
dirección coreográfica; es decir, de situar en el escenario a los integrantes
del espectáculo. Junto con sus compañeros (Eduardo
Veitía, Manuel Díaz y Emilio Ochando) realiza un magnífico trabajo, ya que consigue
dar visibilidad y presencia a más de una veintena de artistas sobre las tablas.
No contento con ello, encabeza el cuerpo de baile masculino. Galia, hijo de bailarines, demuestra su
don para el baile y ofrece al público un recital de flamenco puro. En algunos instantes
de la actuación cede el testigo a Raudel
Raul Martiato, bailarín profesional experto en los ritmos cálidos de su
tierra cubana. Entre las bailarinas, la más destacada fue Loli Sabariego, cordobesa de nacimiento. Quién mejor que una
andaluza de pro para ofrecer un recital de flamenco y soltar toda la rabia en
forma de baile.
En la más de hora y media de
espectáculo, el cuerpo de baile demuestra su dominio en las técnicas del
taconeo y la combinación del braceo y floreo. También ofrece una amplia gama
de bailes desde los autóctonos, como el son cubano o el mambo, hasta estilos de
alta complejidad y precisión como la escuela bolera, de tierras andaluzas. Uno de los minutos más bellos sucedió cuando
las bailarinas ejecutaron, de forma sobresaliente, una elegante coreografía ataviadas
con un mantón de manila que me trasportó a una noche de verano en los jardines
del Generalife.
La música original es otra
de las esencias en Oh Cuba, como
acompañamiento a la danza, pero también como protagonista. Los maestros Antonio Carmona y Diego Franco son los
responsables de la misma y, como no podía ser de otra manera, la selección de
las obras es exquisita. Los instrumentistas–situados en la parte trasera del
escenario– ejecutan a la perfección todas las canciones, y el excelente trabajo
de Antonio Balderas, técnico de sonido,
permite, de nuevo, sentir los ritmos eléctricos cubanos y los acordes pausados
de las habaneras. Las voces privilegiadas de los cuatro autores van en
consonancia con el resto de las artes. Destaco, por su importancia en el
espectáculo, a la soprano Alina Sánchez,
una de las voces líricas cubanas más conocidas, que regala a los asistentes
sonoros solos musicales.
En la inmensidad del
escenario hay situada una pantalla donde Juan
Carlos Tamajón, técnico visual, va proyectando distintos momentos de la estancia
de Lorca en el archipiélago cubano y
algún otro momento histórico destacable. Además, mientras sonaba la música,
también aparecen imágenes y colores que te invitan a escuchar y ver con mayor
atención todo lo que sucede sobre las tablas. Sin olvidar, la importancia de la
iluminación, a cargo de Gustavo González.
Oh
Cuba
es una maravilla escénica que activa todos tus sentidos. Durante la
representación cerré en algún momento los ojos para extraerme de la danza y
centrarme, solo, en las notas musicales. También fue inevitable que mis pies
no marcaran el compás de algunas de las canciones o no sentir el olor de los
claveles rojos situados sobre el escenario. Federico García Lorca definió su estancia en Cuba como “Los mejores
días de su vida”, en mi caso, fue el mejor momento de la semana.
En
Oh Cuba podrás apreciar un
espectáculo visual cargado de poesía, danza y música y sentir la felicidad que
experimentó Lorca en el paraíso cubano
Dramaturgia
y Dirección: Francisco Ortuño Millán
Intérprete:
Loles León
Coreografía: Adrián
Galia, Eduardo Veitía (Director BEC), Manuel Díaz, Emilio Ochando
Música:
Antonio
Carmona - Diego Franco (dirección musical)
Primeros
bailarines: Adrián Galia (dirección coreográfica) y Loli
Sabariego
Lugar:
Teatro Fernán Gómez (Plaza de Colón, 4, 28001 Madrid)
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