Acudir a la consulta de un
especialista con el objetivo de curar alguna dolencia podría ser innecesario,
cuando la solución puede estar en uno mismo con la ayuda de los demás. Lo que
sí es seguro es que si tienen dificultad para reír, esta obra en el Teatro
Príncipe Gran Vía es su mejor antídoto.
El prolífico director Esteve Ferrer adapta la obra de Julián Quintanilla y ofrece a los
espectadores una divertida comedia cuyo hilo conductor son los conocidos
Trastornos Obsesivos Convulsivos (TOC). Si buceamos en los géneros y subgéneros
teatrales, Toc Toc puede partir de
una comedia de caracteres (subgénero dramático cómico que se centra en un rasgo
exagerado que provoca hilaridad) y desembocar, incluso, en la farsa (los
personajes se desenvuelven de manera caricaturesca en situaciones no realistas).
Ferrer tiene el honor de dirigir la
comedia más longeva de la cartelera española.
La sinopsis de la obra es
simple: un grupo de personas con distintos trastornos acuden a la consulta de
un afamado psiquiatra para aminorar sus obsesiones convulsivas. A lo largo de
casi dos horas, conocemos a Fred (Paco Obregón), con tendencia
incontrolable al insulto, a Camilo (Esteve Ferrer), con necesidad
patológica de contar objetos, a Blanca (Ana Trinidad) con miedo extremo a
enfermar, a María (Carmen Arévalo), con propensión
irrefrenable a dudar de todo, a Pep
(Fran Sariego), con tendencia
enfermiza a la búsqueda de simetría y la precisión en todo orden de cosas) y a Lili (Laura Hernando), con tendencia involuntaria a la repetición de una
palabra o frase que acaba de oír o pronunciar ella misma. El problema surge cuando
la asistente del psiquiatra, Sara Moros,
les informa de que el doctor no podrá llegar a tiempo para la sesión. Este
inconveniente será la llave para que los seis personajes ideen un ingenioso método
de donde sacarán sus propias conclusiones.
En una primera impresión, un
escenario con siete actores puede parecer abrumador para con el espectador,
pero el buen hacer de los profesionales evita esta sensación. Los personajes
van apareciendo de forma escalonada, lo que permite que el público pueda
conocer sus trastornos, asimilarlos y recordarlos sin complicación durante toda
la función. Otra de las esencias de la obra es el cuidado en pequeños detalles,
como los nombres de los protagonistas (relacionados con su problema), o la
vestimenta de algunos de ellos. El elenco en su conjunto domina a la perfección
la comunicación no verbal sustentada en la gestualidad. Desde el comienzo hasta
el fin de la obra, los actores derrochan talento escénico y gran cantidad de
energía. Otro aspecto a tener en cuenta, es que todos los tocs que se ilustran
sobre las tablas existen, por lo que dificulta aún más la interpretación para
no caer en el pozo de lo absurdo.
A pesar de que el personaje
interpretado por Paco Obregón es el
más experimentado en su dolencia por la edad, aplica la filosofía de laissez faire (dejar hacer) y permite
que el peso de la peculiar reunión recaiga sobre el personaje que da vida Esteve Ferrer, actor y director de la
obra. Su particular forma de provocar a sus compañeros, su infinita curiosidad
y su estrambótica carcajada contagia las risas a los asistentes. La actuación de
este actor parece estar tutelada por el gran Millán Salcedo, experto en humor gestual. Para que el experimento pueda
funcionar, también es necesario contar con un conocedor de las dinámicas en
grupo. Esa es una de las funciones del actor Fran Sariego (en sustitución de Oscar Ramos), además de dar muestra de su agilidad física para que
su personaje no pise ninguna raya del suelo.
La obsesión por la limpieza
lleva al personaje interpretado por Ana
Trinidad a recorrer el escenario enésimas veces en busca de un baño; sin
duda, uno de los momentos más hilarantes de la función. La actitud modosa y
recatada de la consagrada actriz Carmen
Arévalo es fabulosa, aunque los momentos más cómicos de su personaje son
cuando saca a relucir su faceta religiosa, con plegarias y salmos incluidos. Laura Hernando, última paciente en
entrar a escena, tarda en recalcar el trastorno de su personaje ante tanta
vorágine de interpretaciones. Con el transcurso de los minutos y escenas, Hernando pasa a ser la protagonista más
tierna de entre todos los presentes. Sara
Moros es la actriz que menos interviene en la obra, pero su actuación es
correcta y sabe mantener el carácter paciente, amable y cordial de una auxiliar
de psiquiatría.
La escenografía es básica
pero adecuada y recrea a la perfección la sala de espera de una consulta médica.
Los elementos decorativos en el escenario no son meros ornatos sino que tienen
importancia en la función. La música, de temática apropiada, aparece en un
momento determinado y marca el comienzo del nudo de la función. Así mismo, los
actores muestran coordinación y elegancia al interpretar la banda sonora de la
obra. No sería un error que los actores bajaran del proscenio (parte del
escenario de un teatro más inmediata al público) e interactuaran directamente
con el espectador en sus butacas.
Desde el punto de vista
práctico, la obra pone de manifiesto la cantidad de nombres, traducidos en
dolencias, que existen en los llamados trastornos obsesivos compulsivos. Además
del aspecto meramente cómico, quiero destacar cómo los personajes son capaces
de reírse de sus propias dolencias –incluso abroncarse cuando alguien pide disculpas–,
de colaborar en equipo y en definitiva, de aceptar su enfermedad con
naturalidad. Una moraleja que todos tendríamos que tener presente en nuestro
día a día.
En
Toc Toc la
risa llama a tu puerta. Adéntrate en esta obra, descubre a sus protagonistas y
disfruta de la mejor terapia contra los problemas, la risa
Escritor:
Laurent Baffie
Dirección: Esteve
Ferrer
Adaptación: Julián
Quintanilla
Reparto:
Carmen
Arévalo, Esteve Ferrer, Laura Hernando, Sara Moros, Paco Obregón, Fran Sariego
(en sustitución de Óscar Ramos) y Ana Trinidad.
Lugar:
Teatro
Príncipe Gran Vía (Calle de las Tres Cruces, 8, 28013 Madrid)
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