Las relaciones entre las
personas vivas no siempre son las más óptimas. Imagínense, entonces, entablar
conversación con alguien del más allá, o no se sabe muy bien de dónde. Si
desean asistir a una comedia tronchante entre dos universos deben visitar el
Teatro Muñoz Seca.
Este espacio teatral,
situado en el centro de la capital, es desde hace décadas un lugar señalado en
el mundo de la interpretación ligado al género cómico. Por tanto, asistir a una
representación en este recinto es una apuesta segura si desean estimular sus
músculos faciales por la risa. La obra que nos ocupa, escrita y dirigida por Álvaro Carrero, no es una excepción y
gracias a la buena acogida de espectadores se encuentra en su segunda temporada.
En
ocasiones veo a Umberto conocemos la vida de Amparo (Mara Guil), cuyo marido, Umberto
(Marcelo Casas), acaba de
fallecer de forma repentina. Para superar el trance, su amiga del alma, Pili, (Virginia Muñoz) viaja hasta la capital para acompañarla en este
duro momento. Además, cree que el fallecido puede ser el único acertante de una
quiniela millonaria. En un momento de inspiración se le ocurre una idea, no muy
brillante: contratar los servicios de un médium, Mateo (Álvaro Carrero/ José Carrillo) con dos objetivos: permitir
a su amiga despedirse de su marido y poder averiguar el destino de la quiniela.
Como pueden imaginar, no todo ocurre como esperaba.
En el mundo de la
interpretación todas las facetas suman cuando alguien se pone delante del
público o ante un nuevo libreto; como en este caso le ocurre a Álvaro Carrero, un hombre todoterreno.
Este guionista, humorista, actor y director construye una comedia original,
fresca, ágil y, sobre todo muy divertida. Estos adjetivos también podrían ser
aplicables a otras obras del género cómico pero, como suele ocurrir, los
detalles marcan la diferencia.
En su faceta como
dramaturgo, Carrero crea un texto cargado
de frases con doble sentido y logra equilibrar la difícil balanza entre
diálogos necesarios para el transcurso de la trama, sin abusar de la técnica
del enredo, con aquellos inundados de chistes y gags hilarantes. Esta comedia,
con un diseño escenográfico cuidado y acogedor, también sirve como repaso por
los distintos tipos del humor, desde el absurdo por situaciones inverosímiles
hasta el negro por frases abiertas a la interpretación. Otro aspecto positivo,
y no frecuente en otras obras, es sustituir la figura del aparte por una voz en off, que hace las veces de
pensamiento del personaje.
La construcción de la obra,
con un aire a la comedia de situación y en forma de sketches, lo considero un
acierto y el público lo agradece porque le sirve como descanso visual y como
elemento para el mejor seguimiento de la obra. Por otra parte, hubiera sido
interesante entablar algún tipo de conversación entre los espectadores y los
personajes, especialmente el espíritu del fallecido, con el objetivo de
corroborar, o no, las visiones de los protagonistas.
En el terreno
interpretativo, los actores bordan sus respectivos papeles y desde el inicio
crean una atmósfera propicia para el humor, algo complicado cuando el primer acto
se sucede en un velatorio. Las acciones conjuntas, cercanas al género vodevil,
son las más hilarantes y suponen pequeños revulsivos a la trama de la obra. No
obstante en determinadas escenas, la exaltación de los personajes y de sus
respectivas voces roza el galimatías. La iluminación, a cargo de Francisco Rubio, es perfecta y con
puntos de luz repartidos por el escenario con diferentes ángulos, ayudando así a
crear atmósferas propicias para resaltar la actuación del elenco.
La pareja de amigas,
interpretadas por Mara Guil y Virginia Muñoz se complementan a la
perfección sobre las tablas. La primera interpreta a una viuda dolida por el
fallecimiento repentino de su marido, por el interés desmesurado de su amiga en
encontrar el boleto premiado y por su idea de contratar a un espiritista. Para
cada situación, Guil –participante
en películas como El Intercambio y
series televisivas– regala a los
espectadores un semblante distinto, mayoritariamente marcado por el dolor y la
incredulidad; estados de ánimo no muy relacionados con el género cómico aunque
esta actriz consiga representarlos con mucho humor.
Virginia
Muñoz, con más de una quincena de obras teatrales y
apariciones televisivas, en su papel de Pili,
representa a una mujer castigada en el amor y en el dinero cuyo deseo enfermizo
por encontrar el boleto premiado puede poner en jaque su profunda relación con Amparo. Esta actriz también otorga a su personaje una despreocupación por sus
problemas y una actitud alocada ante la vida, la misma que le permitirá cambiar
radicalmente y, en definitiva, ser feliz.
Para comunicarse con alguien
no presente, es necesaria la figura de un médium, aunque el personaje
interpretado por Álvaro Carrero, en
esta función por José Carrillo, Mateo, esté más cerca de un estafador con
acento inglés de poca monta que de un interlocutor con el más allá. En esta
ocasión, como también ocurre en la vida real, la broma se hace seria y es el
único capaz de comunicarse con el alma del difunto. Había visto a este actor en
una comedia anterior representar a un personaje discreto y cándido y, a pesar
de gustarme, me quedo con esta actuación cargada de vis cómica y una
gestualidad facial y corporal desbordante, especialmente en los momentos de
tránsito espiritual.
Por último en orden de
aparición, se encuentra el personaje central de la obra y cuyo nombre lleva por
título. Umberto, representado por Marcelo Casas, bien podría ser el protagonista
de la canción interpretada por Peret “no estaba muerto estaba de parranda”
porque tarda en darse cuenta de su estado actual. Al igual que el anterior
actor, Casas participa en otra
comedia representada en este mismo teatro La
vuelta al mundo en 80 días, y es el mejor activo del humor absurdo y en
forma de gags. Sus parodias volvieron a recordarme a los míticos sketches de
Ángel Garó aunque esta vez con una apariencia similar al padre de la Familia Addams.
Si
quieres ver una comedia hilarante entre el universo de los vivos y muertos
deberás decir en la taquilla En ocasiones
veo a Umberto
Alberto Sanz Blanco
Autor
y director: Álvaro Carrero
Reparto:
Álvaro Carrero (José Carrillo), Virginia Muñoz, Mara Guil y Marcelo Casas.
Lugar: Teatro
Muñoz Seca (Plaza del Carmen, 1, 28013 Madrid)
Venta de entradas:https://www.taquilla.com/entradas/en-ocasiones-veo-a-umberto?t10q=33
Contacto: http://www.teatromunozseca.es/events/ocasiones-veo-umberto-teatro-madrid/
Venta de entradas:https://www.taquilla.com/entradas/en-ocasiones-veo-a-umberto?t10q=33
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