Huir no suele ser la mejor
forma de afrontar los problemas. De hecho, es la peor aunque pueda resultar la
más fácil. Ahora bien, enfrentarse a los problemas no significa garantía de
éxito. Si desean profundizar sobre estas reflexiones y poner cara a sus
protagonistas deben visitar el Teatro Reina Victoria.
Daniel
Veronese, director y adaptador de la obra, nos invita a colarnos en
una casa rural. Allí vive Nacho (Fele Martínez), un veterinario
involucrado en un grave problema. Para intentar solucionarlo, decide llamar a
las mujeres que, de una u otra forma, han significado algo en su vida. Ona (Lucía Barrado) su amante,
Marga (Nuria González) su exnovia, Amparo
(Lola Casamayor) su madre, Carmen (Mónica Regueiro) su cuñada y Andrea (Cristina Plazas)
su psicóloga acudirán a su encuentro para darle diferentes soluciones al turbio
asunto donde está implicado, pero sobre todo para mostrarle cómo es él
realmente y sus enfermizas pautas de comportamiento.
Vale la pena recordar el
recorrido de esta obra antes de llegar a los escenarios para entender los
ritmos de la representación y de cómo una buena idea original puede servir de
inspiración a directores y dramaturgos. Todas
las mujeres, con el magnífico texto de Mariano
Barroso y Alejandro Hernández, comenzó siendo una serie televisiva y
posteriormente se convirtió en largometraje, consiguiendo múltiples galardones
de los académicos. Este inusual camino por las artes escénicas ya es una
muestra de la solidez del texto, del argumento y, en esta ocasión, de todo el
elenco.
Me resulta complicado
encuadrar en una categoría teatral concreta esta obra, por la múltiple variedad
de características y pinceladas de diversos géneros. Es indudable que estamos
ante una comedia de situación –nacida
de los comportamientos y formas de actuar de los protagonistas y no tanto de
chistes o frases graciosas– con el componente del enredo – alejado del subgénero vodevil y a diferencia de otras
comedias, el enredo se sirve de la trama amorosa pero no es el centro de la
misma– y con tintes dramáticos
revestidos de suspense. En definitiva, un cóctel de géneros bien integrados a
disposición de sus protagonistas.
Una historia puede ser buena
pero si no se sabe plasmar en un escenario sirve de poco. Esa es la función de Daniel Veronese, autor de más de veinte
títulos y director de más de una decena de obras, encargado de situar a los
actores sobre las tablas. En este punto encontramos algo muy difícil de ver en
el teatro; en escena solo conviven dos actores, de los seis que forman elenco
y, salvo el sujeto principal de la historia, las demás actrices nunca coinciden
en escena. Esta disposición refuerza los diálogos de los personajes, su visión
diferente del problema central y sus formas de argumentar y comportarse,
convirtiendo algunas escenas en una partida de ajedrez. Además, los protagonistas
van introduciendo continuamente nuevas subtramas; por tanto el espectador, y en
ocasiones ellos mismos, van conociendo nueva información en pro del interés del
relato.
Veronese
es,
como dramaturgo, uno de los mayores conocedores del maestro del relato corto, Chéjov, y por tanto de la temática psicológica,
las técnicas narrativas y de suspense. Este último punto va íntimamente
relacionado con el tempo de la representación, el cual me dejó algo
desconcertado. En las primeras escenas el tiempo parece jugar en contra del
protagonista y con el transcurso de la historia, esa celeridad se va perdiendo.
No obstante, la secuencialidad de los hechos ayuda a que el espectador entienda
el sentido del texto.
La calidad interpretativa
del reparto es sobresaliente y tanto el actor como las cinco actrices cuentan
con un amplio bagaje en el mundo de las artes escénicas. Fele Martínez encarna a Nacho,
un biólogo en problemas cuyo modus
operandi es la tergiversación y el chantajismo emocional. De forma sibilina
y taimada intentará conseguir, como siempre ha hecho en su vida, aquello que se
proponga. Martínez, ganador de un
Goya por Tesis, imprime a su
personaje un carácter irreflexivo, primario y chantajista con tintes machistas
pero con aspecto de adulador. Además el actor alicantino, participante en más de
una treintena de películas, borda las caras de desconcierto cuando su personaje
va tomando conciencia de otras aristas de la realidad.
Todas
las mujeres son las verdaderas protagonistas del relato,
pues serán ellas quienes demuestren a Nacho
su actitud equivocada hacia ellas y hacia la vida en general. Cada personaje
femenino introduce confesiones, historias pasadas sin resolver y aporta una
visión diferente de la situación, pero todas ellas muestran una fortaleza de la
que Nacho carece. Lucía Barrado, sobresaliente en obras
como El concierto de San Ovidio,
aporta ilusión, fogosidad y aventura en su papel de Ona, amante del protagonista y artífice del enredo central. Nuria González, archiconocida actriz de
cine y televisión, introduce el pragmatismo con su semblante particular y cuyo
personaje, Marga su exnovia, le
propina la primera estocada al embaucador de Nacho.
La experiencia y solidez
teatral y cinematográfica de Lola
Casamayor se aprecia en su seguridad y autoridad sobre las tablas. Su
personaje es el de la madre distante, Amparo,
con un secreto que al final queda al descubierto. Mónica Regueiro, con más de diez años de experiencia como actriz,
productora y programadora, imprime a su personaje, Carmen, cuñada del protagonista y a la obra en su conjunto dosis de
sentimentalismo y cambia radicalmente el sentido de la historia. Por último, en
orden de aparición, Cristina Plazas,
actriz con más de medio centenar de
papeles en teatro cine y televisión, interpreta a Andrea, la psicóloga encargada de precipitar el final de la obra y
cambiar, durante unos instantes, la forma de encarar los problemas del
protagonista.
La construcción escenográfica,
a cargo de Ana Garay, está alejada
de ornamentos y basada en la sencillez y en la desnudez del espacio escénico;
como no podía ser de otro modo, dada la fortaleza de la narración. También
hubiera sido interesante introducir en la casa pistas o recuerdos, en forma de
imágenes o figuras de las protagonistas, para terminar de apuntalar este
relato.
En
Todas las mujeres asistirás a un
relato cargado de suspense donde las historias pasadas y presentes tienen
rostro femenino
Autores: Mariano Barroso y Alejandro Hernández
Director
y adaptador: Daniel Veronese
Reparto: Fele
Martínez, Lucía Barrado, Nuria González, Lola Casamayor, Mónica Regueiro y Cristina Plazas
Lugar:
Teatro Reina Victoria (Carrera San Jerónimo 24, Madrid)
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