Toda persona ha soñado
alguna vez en su infancia con convertirse en un príncipe o princesa de cuento,
pero siempre por un cambio fácil. Sin embargo, la realidad y, en este caso la
historia, nos demuestra que no siempre ocurre de una forma idílica. Si desean
conocer la historia de una joven deseosa de saber quién es y disfrutar de un
colosal espectáculo deben visitar el Teatro Coliseum.
Esta producción de Stage Entertainment por Tom Kirdahy, basada en la película de
animación de 1997 y estrenada en Broadway en 2017, invita a los asistentes a
revivir la historia de la gran duquesa Anastasia
Nikoláyevna Románova, la hija más joven del emperador Nicolás II, a través
de los ojos de Anya (Juana Gómez) una joven huérfana sin
apenas recuerdos de su pasado. Con la ayuda de Dimitry (Iñigo Etayo),
un joven vendedor de baratijas robadas de la época zarista, y Vlad (Javier Navares), un experto farsante con una relación amorosa con
la condesa Lily (Silvia Luchetti), la joven Anya irá tomando conciencia de su
verdadera identidad. Sin embargo, en este camino deberá lidiar con Gleb (Carlos Salgado), miembro de la policía secreta soviética, y
descubrir qué lazos le unen con la Emperatriz viuda, María Fiódorovna (Àngels Jiménez),
una anciana cuyo único deseo es encontrar a su nieta.
Anastasia
el musical es un todo inseparable y fabuloso cosido con
delicadeza
Todo espectáculo musical
cuenta con la combinación de música, canciones, diálogo y coreografía, sobre
los cuales se estructuran el relato. En esta ocasión, trasciende de dichos
elementos individuales para convertirse en un todo inseparable y fabuloso cosido
con delicadeza, envuelto sobre una melodía atrayente e impactante, con voces líricas,
y presentado bajo una sensacional puesta en escena con escasos precedentes. El
director serbio Darko Tresnjak,
galardonado con varios premios a su trabajo en dirección escénica, juega un
papel indispensable en el equilibrio de los elementos antes destacados y
consigue sumar lo mejor de la idea original cinematográfica con lo mejor en
cuanto al teatro musical se refiere. Un aspecto no muy frecuente en otras obras
musicales es la supervisión doble en todas las disciplinas; además de los directores
propios en cada ámbito se encuentran otros profesionales asociados.
Terrence
McNally, autor del libreto, y Zenón Recalde, traductor
del mismo, tienen la compleja tarea de contar de nuevo la historia
cinematográfica, de un personaje real, con un éxito abrumador. McNally, multipremiado y prestigioso
guionista y escritor estadounidense, y Recalde, guionista, director, actor y
adaptador argentino, realizan un trabajo magistral con enorme fidelidad a la película
recordada por todos. Las tramas y subtramas y los antecedentes y contextos
históricos son expuestos con total claridad y sencillez, centrados en la
protagonista, pero también narrados
desde el punto de vista de los demás personajes. Por otra parte, destaco el enorme
ritmo narrativo y la agilidad de los diálogos gracias al perfecto uso de los
apartes musicales, técnicas bien implementadas como el Flashback, pertinentes
referencias a lo onírico y emociones y sentimentalismos en su justa proporción.
Melodías líricas
interpretadas con delicadeza y finura
El aspecto musical, como no
puede ocurrir de otro modo, es el eje central de este género y el gancho
principal para el gran público. La inteligencia de todo el equipo creativo, en
el que se encuentran prestigiosos profesionales de este campo, –Stephen Flagherty, compositor de la
banda sonora de la película, Lynn Ahrens,
creadora de las letras de las canciones, Thomas
Murray en la supervisión musical, Doug Besterman a cargo de las orquestaciones y Roger Peña como
traductor– se demuestra en incluir las canciones de la película e incorporar
dos temas nuevos “In a Crowd of Thousands” and “My Petersburg”. La prueba
empírica del acierto reside en que algunos de los espectadores no pudieron
resistirse en tararear estas melodías mientras se mostraban sorprendidos con
los temas inéditos.
De forma global, destaco el
lirismo musical de las composiciones y la perfecta alternancia entre las frases
habladas y cantadas, algunas incluso interpretadas a capela. Desde mi óptica,
la canción “Una vez en diciembre” resume la delicadeza y finura de todas las
melodías de este espectáculo. Como cualquier musical en mayúsculas, la orquesta
–formada por doce miembros que interpretan en directo veinticinco instrumentos
diferentes– está situada en la parte baja del escenario y comandada por un
director, Xavier Torras. De este profesor
de canto y director musical barcelonés resalto la fortaleza y el contrapunto
rítmico a la sensualidad de las melodías, con técnicas extendidas como el
vibrato exagerado con tempo allegro. Así mismo, las frases acompañadas del riff
central son aún más profundas y penetrantes. Esto también es posible gracias al
espacio sonoro diseñado por Peter Hylenski.
Una historia narrada desde
diferentes visiones con un sensacional reparto
El elenco está formado por
ocho actores y siete actrices, entre los principales y el ensamble, quienes
protagonizan solos, dúos y números grupales. Estos últimos, con polifonías, son
probablemente los más espectaculares. Las voces de todos ellos son
sensacionales con diferentes registros y colores. En el terreno artístico
representan con soltura a sus respectivos personajes y van construyendo la
narración desde diferentes ópticas. Por otra parte, debo destacar las colosales
voces del coro formado por Andrea
Currello, Diego Rodríguez, Juan Bey Marc Flynn, María Arévalo, Marta Malone, Rafael Granados y Xènia García.
La protagonista indiscutible
del relato es Anya, interpretada por
Jana Gómez, una muchacha huérfana empeñada
en viajar hasta París para descubrir la verdad sobre su pasado. Esta fuerza de
voluntad, tesón y ahínco son muy bien representados por la actriz barcelonesa,
que a pesar de su juventud cuenta con un pasado en representaciones musicales
y, seguro, un futuro prometedor. Gómez
hace creíble la posible historia de la supervivencia de la pequeña de los
Romanov, algo nada sencillo, e irradia alegría e ilusión a lo largo de todo el
espectáculo, aunque podría otorgar más dramatismo en los momentos más trágicos.
Su compañero de viaje es Dimitry, un
joven vendedor de baratijas empeñado en hacer de Anya la verdadera Anastasia
para cobrar la recompensa. Este papel es interpretado por Iñigo Etayo, actor y
cantante formado en técnica vocal con papeles protagonistas en musicales como La Familia Addams. De su trabajo destaco
su buena presencia escénica y su envidiable potencia vocal. Gómez y Etayo protagonizan varios números conjuntos donde se respira
complicidad y otorgan el carácter romántico a la representación.
Javier
Navares interpreta a Vlad,
un farsante que se dedica a estafar junto a su socio Dimitry. Conocía los estudios musicales de este actor y le había
visto en obras de tinte psicológico como El
Plan pero quedé gratamente sorprendido por esta actuación. Con su vis
cómica y la bonhomía en un personaje de amable terquedad protagoniza los
momentos más cómicos de la obra, en la última parte de la trama con la ayuda de
la condesa Lily, dama de compañía de
la emperatriz viuda. La actriz, cantante y bailarina Silvia Luchetti, con un enorme bagaje en el teatro musical, es la
encargada de representarla con una fortaleza, vigor y energía descomunal. Luchetti es capaz de cantar, bailar y
actuar al mismo tiempo a un altísimo nivel.
El actor Carlos salgado, participante en
musicales La Bella y la Bestia
o Los Miserables, tiene un papel muy
complicado como Gled, miembro de la
checa con una única misión: descubrir si realmente la menor de los Romanov sigue viva. En la vertiente más
teatral, salgado hace las veces de
antagonista y es el encargado de glosar y dar continuidad al triunfo del
bolchevismo. En este aspecto realiza un magnífico trabajo y, por la evolución
de su personaje, puede imprimirle cierta ternura. Sin embargo, la vertiente
vocal es aún mejor y deleita a los presentes con su chorro de voz y sus
perfectos agudos.
Completa el reparto la
vocalista Àngels Jimenez como María Fiódorovna, emperatriz viuda
ilusionada y desesperada, a parte iguales, con encontrar a su nieta. Jimenez ha triunfado tanto en el teatro dramático, Lulú o Bodas de Sangre, como en el musical Nine o Sonrisas y Lágrimas
y en esta ocasión demuestra su entereza y porte escénico propios de la realeza
y clava la voz de una venerable anciana. No podemos obviar el buen trabajo del
reparto infantil con sus voces agudas y sus movimientos angelicales.
Complejas coreografías con
un espectacular diseño de vestuario
Otro de los elementos
necesarios para catalogar a una obra como musical es el coreográfico. Peggy Hickey,
con numerosísimos trabajos y galardones, dirige a un grupo de diez bailarines y
bailarinas. En otras ocasiones, los bailes son accesorios y van de la mano de
las canciones pero en Anastasia
tienen un peso específico y muy potente. En un ejercicio de síntesis y desde mi
óptica particular, las coreografías van encaminadas en una doble dirección. Por
un lado tienen una vertiente cómica, peleas callejeras, construcciones
simpáticas, foxtrot, cabaretescas e incluso folclóricas, y otras de mayor
formalidad y clasicismo, como coreografías históricas con bailes reales o el
fabuloso “cuarteto en el ballet”. Las distintas variaciones (individuales,
grupales, simétricas…) van acorde con la elegancia, clase y majestuosidad de
este musical.
La vistosidad de las coreografías
se produce, en parte, por el espectacular diseño de vestuario hecho a media, a
cargo de Linda cho, y peluquería,
por Charles G. LaPointe. La
productora afirma que salen a escena más de 125 trajes completos durante la
función, un total de 85 pelucas de pelo natural hechas y peinadas pelo a pelo o
más de 25 elementos de posticería entre barbas, bigotes y perillas. Estos
números nos pueden dar una idea del altísimo nivel del atrezzo y de la rapidez de los cambios de vestuario. Además, todo
ello va acorde con la moda y las distintas clases sociales: desde faldas
andrajosas propias de las barrenderas de la época rusa, hasta lujosos vestidos
de gala de los Romanov o las coloridas faldas parisinas.
Construcción escenográfica
impactante con una sobresaliente videoescena
Por una cuestión meramente organizativa,
suelo dejar para los últimos párrafos la construcción escenográfica y el diseño
técnico, aunque si fuera por orden de importancia probablemente ocuparían los
primeros párrafos porque son descomunales. La escenografía de Anastasia, a cargo de Alexander Dodge, cuenta con tres elementos giratorios, uno central y dos laterales.
Además del panel deslizante en el centro del escenario. Según la organización,
toda la construcción supera las 75 toneladas de peso. Su diseño se caracteriza
por una minuciosidad y cuidado en los pequeños detalles: desde decorados
lujosos para emular el Palacio de los Romanov o el ambiente nocturno parisino,
hasta ambientes sombríos para reflejar el hambre y la penuria de la Rusia de
principios de siglo.
Si por algo el público
recordará el diseño de este musical es por el realismo y espectacularidad de la
videoescena, a cargo de Aaron Rhyne.
Es tan asombroso que el espectador parece caminar junto a la protagonista por
calles de Leningrado, disfrutar de un agradable paseo por los Campos Elíseos o
sentir la presión de ser perseguidos por las fuerzas bolcheviques en los
vagones de un tren. Esta última escena es fabulosa y parece haber sido sacada
de una película antigua, donde a través del efecto croma da la sensación de
movimiento y profundidad. Para todo ello, se han utilizado nueve pantallas led traseras,
una central y ocho laterales además de tres proyectores repartidos a lo largo del
escenario. De momento, el diseño de video es lo más cerca que estamos de técnicas
tridimensionales o de realidad aumentada y resulta todavía más asombroso por la
perfecta fusión del decorado, y la videoescena. En definitiva, parece estar
sacado de un cuento de hadas y por ello Rhyne
ha sido el ganador, en dos ocasiones, al Mejor diseño de proyecciones. Por último,
Donald Holder es el encargado de
iluminar este viaje con tonos fríos, azules y violetas, de la oscura y fría
eslava hasta los más coloridos y radiantes cuando los personajes se encuentran en
la moderna y deslumbrante Ciudad de la Luz. En conclusión, un espectáculo
musical sobresaliente.
En
Anastasia el musical revivirás la historia
de la princesa real rusa, vibrarás con sus armoniosas melodías y coreografías y
disfrutarás de una colosal puesta en escena
Alberto Sanz
@AlbertoSblanco
Autor: Terrence McNally
@AlbertoSblanco
Autor: Terrence McNally
Director: Darko
Tresnjak
Música: Stephen
Flagherty
Reparto:
Jana Gómez, Íñigo Etayo, Carlos Salgado, Silvia Luchetti, Javier Navares y
Àngels Jiménez, José Navar, Andrea Currello, Diego Rodríguez, Juan Bey, Marc
Flynn, Marta Malone, Rafael Granados, Maria Arevalo y Xènia García.
Bailarines: Jaime
Soriano, Alberto Escobar, Anna Coll, Antonio Fago, Esteban Verona, Morena
Visci, Paula Arévalo, Pep Guillem, Rosa Planchart y Vivec Llera.
Lugar:
Teatro Coliseum (Calle Gran Vía, 78, 28013 Madrid)
Contacto: https://www.anastasiamusical.es/
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