El Centro Dramático Nacional
continúa con su senda teatral clásica y ofrece a los espectadores la
oportunidad de vivir en directo una de las obras españolas más importantes de
principios del siglo XX. Valle-Inclán,
su texto, su significado y el legado de Luces
de Bohemia son universales. No puede haber amante de la literatura o del
teatro que no asista al recinto María
Guerrero.
Alfredo
Sanzol, director de la representación, nos invita a recordar
las últimas horas de vida de Máximo
Estrella (Juan Codina), un
bohemio intelectual andaluz, apodado por él y sus seguidores como el “primer
poeta de España”, casado con Madame Collet (Natalie Pinot) y con una
hija, Claudinita (Natalie Pinot). Junto a su compañero de
andanzas y desventuras, don Latino de Híspalis
(Chema Adeva) recorrerá el sombrío y
decadente Madrid de los años 20 y presentará una sociedad esperpéntica, deformada,
injusta, opresiva y carcomida por la angustia y desesperación. El final de la
obra es conocido por todos pero, en la actualidad, sigue habiendo muchos Max.
Antes de entrar en la
valoración de la representación, cuando realizo una crítica de una obra clásica
siempre me gusta disipar miedos compartidos entre algunos dramaturgos –por la
forma de abordar y actualizar una obra culmen– y el gran público, por un
supuesto rechazo a obras literarias de alto contenido dramático. Esta
representación, gracias al trabajo conjunto de director, reparto y equipo
técnico, es un buen ejemplo de cómo debe implementarse una obra clásica para
extraer todo de ella.
No podemos entender la
sociedad madrileña, y por extensión la española, si no leemos a Ramón María del Valle–Inclán, dramaturgo,
poeta y novelista integrante de la llamada Generación del 98. Su peculiar concepción
en la descripción de personajes y ambientes le permite crear un nuevo género
teatral, el “esperpento”, de quien será su máximo y prácticamente único
exponente. La Real Academia Española le reconoce la autoría del término y lo
define como un estilo donde “se deforma la realidad acentuando sus rasgos
grotescos”. En la novela Luces de Bohemia
el lector puede casi dibujar en su mente a sus personajes e imaginar las
calles por donde transitan, pero como cualquier obra teatral está pensada para
ser representada.
El autor y director teatral Alfredo Sanzol está al frente de esta
representación y su trabajo lo califico de sobresaliente. El espectador busca
en este tipo de obras reconocer el texto original, extraer alguna enseñanza de
la temática y ser sorprendido por la representación del reparto. Estas tres
características están presentes en esta construcción teatral. Sanzol, autor de obras actuales como La valentía (2018) y La ternura (2018), potencia la literaturización de la obra y de la vida
bohemia, por las escenas donde sus personajes se reúnen en cafés literarios o pasajes
donde se fusionan y contraponen las corrientes de la cultura finisecular. Sanzol, galardonado en tres ocasiones con
el Premio Max de las Artes Escénicas, también refleja las insistentes alusiones
y quejas de los males naciones y posibles soluciones, la importancia de la
religión –en el caso de Valle de la
heterodoxia cristiana– la concepción implícita y explícita de la muerte y las continuas
analogías de la ceguera. Sobre el papel puede parecer un totum revolútum de
temas pero la finura y la extensa duración, más de dos horas, permite
desarrollarlos con soltura y de forma oportuna. No obstante, desde mi óptica,
esa perfecta armonía se diluye con el fallecimiento del protagonista. A partir
de ese instante se abre una brecha en la representación donde la última parte de
se hace algo pesada y parece un anexo independiente de la primera y de la obra
en general.
En las obras literarias, en
general, los personajes suelen estar perfectamente descritos y en las clásicas,
en particular, suelen representar arquetipos claros y concretos. La dificultad radica
en la forma en la que el actor asume sus rasgos característicos y los sepa
proyectar a los presentes, como así ocurre en esta representación. El personaje
central es Máximo Estrella,
interpretado sensacionalmente por Juan
Codina. En este poeta ciego y bohemio venido a menos encontramos
sentimientos contradictorios –como el humor o la queja– con varios registros –como
el cómico o sentimental– pero siempre bajo el tamiz del sarcasmo. Codina, con más de una quincena de
obras teatrales y apariciones en series televisivas, clava esa riqueza en la
personalidad de su personaje. Su contrapunto en los pensamientos y su visión
esperpéntica de la vida produce algunos instantes cómicos bien llevados. No
obstante, en los pasajes más trágicos podría haber imprimido más dramatismo. Los
ojos de Max están depositados en Don Latino de Híspalis, interpretado
por Chema Adeva. Hoy en día
calificaríamos a este personaje de cínico, golfo y aprovechado; sin embargo, Adeva –con numerosas apariciones en
cine y televisión– con una voz entrecortada le imprime tranquilidad y sosiego.
En cierto modo, rebaja las cualidades negativas para presentarlo como un pobre
y desdichado anciano amante de la bebida. En definitiva Máximo Estrella y Don Latino
de Híspalis son la cara de la misma moneda, uno no podría entenderse sin el
otro porque funcionan por oposición.
Los demás personajes van
dando forma al Madrid sombrío de la época y reflejando las distintas clases
sociales. En este sentido, destaco la buena interpretación de Josean Bengoetxea y Paloma Córdoba,
como dueño y clienta del bar “Pica Lagartos”.
También la siempre genial Paula
Iwasaki –El Lugar donde rezan las
putas (2018) – como Enriqueta "La
Pisa Bien”, una joven de clase baja reflejo de la sociedad marginal. Por la
frescura, la agilidad en la prosa versada y el tono jocoso resalto el trabajo
del actor Kevin de la Rosa como Dório de Gadex –un escritor y
periodista español defensor del modernismo– en la escena donde intercambia
pareceres con Filiberto,
interpretado por Jesús Noguero, redactor jefe amanerado de un diario. Este
actor extremeño, con innumerables trabajos en teatro y televisión, también da
vida al Marqués de Bradomín,
protagonista de otra obra de Valle-Inclán.
El diálogo con el poeta Rubén Darío (Ángel Ruiz) parodiando el entierro de Ofelia
en Hamlet de Shakespeare es
sensacional. El punto más cómico, siempre con la vista puesta en el esperpento,
lo otorgan Jorge Kent, como Zaratrusta vendedor de libros,
estafador y de moral escasa, Paco Ochoa,
como Don Peregrino Gay, un cronista
venido de Inglaterra, Ascen López, como portera, o Guillermo Serrano como Rey
de Portugal. El contrapunto dramático lo aportan las actrices Lourdes García, en su papel de hija del
protagonista, Natalie Pinot, como Madame Collet, y el actor Gon
Ramos con una perfecta interpretación de un preso anarquista cercano a la
muerte.
Una de las definiciones de
la llamada magia del teatro es trasladar a los presentes al interior de la
escena, que se sientan protagonistas de la misma. Para ello no se necesitan
grandes montajes o técnicas vanguardistas solo un poco de ingenio, como ocurre
en esta ocasión. El actor y pianista Jorge
Bedoya deleita a los presentes con el himno nacional y otras
composiciones interpretadas desde el
interior de la taberna madrileña, donde también se haya el espectador. La
construcción escenografía, a cargo de Alejandro
Andújar, es, como no podía ser de otro modo dado el clasicismo de la
representación, simple y efectiva, formada por paneles de espejos móviles. De
nuevo, es una perfecta metáfora más del título y del contraste con las sombras.
No obstante, hubiera sido aún más interesante haber jugado con espejos curvos
en sus formas cóncavas y convexas como se describe en la novela. Por otra parte
la iluminación intimista, tenebrista y fría, a cargo de Pedro Yagüe, es funcional al igual que el vestuario y la
ambientación de época, por Chema Noci.
En definitiva, si Valle-Inclán levantara
la cabeza estaría orgulloso de esta representación.
En
Luces de Bohemia revivirás la obra de
Valle Inclán, viajarás por las viejas calles de Madrid y sentirás todo su
esperpento
ALBERTO SANZ
@AlbertoSBlanco
Autor:
Ramón María del Valle-Inclán
Director:
Alfredo Sanzol
Reparto:
Chema Adeva, Jorge Bedoya, Josean Bengoetxea, Juan Codina, Paloma Córdoba,
Lourdes García, Paula Iwasaki, Jorge Kent, Ascen López, Jesús Noguero, Paco
Ochoa, Natalie Pinot, Gon Ramos, Kevin de la Rosa, Ángel Ruiz y Guillermo
Serrano
Lugar:
Teatro María Guerrero (Callede Tamayo y Baus, 428004, Madrid )
Contacto:
http://cdn.mcu.es/espectaculo/luces-de-bohemia/
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