La magia es el único arte
donde el espectador paga por ser engañado. Pero ¡bendito engaño! Si nunca han
asistido a un show de magia e ilusionismo, la claridad, elegancia y
espectacularidad de los números ejecutados en el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío
les sorprenderá y si ya son expertos en el mundo de la ilusión, igualmente
quedarán hechizados por Jorge Blass,
uno de los magos más reconocidos a nivel nacional e internacional.
Los gustos culturales van
cambiando con el paso del tiempo, como también ocurre con las modas. En estos años
estamos asistiendo a una eclosión de dos disciplinas artísticas en los teatros:
los monólogos cómicos y los espectáculos de magia. Ambos ya contaban con el
beneplácito de la gente, pues ocupaban programas específicos en la parrilla
televisiva. Sin embargo, el interés del público ha sobrepasado la pequeña
pantalla y cada vez son más los que asisten para verlos en directo.
Centrándonos en el ámbito que nos ocupa, no existe punto de comparación entre
ver un número por televisión y en persona, donde uno puede comprobar por sí
mismo que no hay “ni trampa ni cartón”. Continuando en el terreno sociológico,
considero que en España no existe una tradición arraigada de la magia,
entendida como cultura, más bien en el imaginario colectivo es percibida como
un mero entretenimiento, pero gracias al trabajo, la habilidad y el tesón de
magos como Blass, esa idea infundada
está desapareciendo, como si de un número de los suyos se tratara.
Recién recuperado de una
grave fractura de cúbito y radio mientras triunfaba en los Ángeles en el
prestigioso club “Magic Castle”, Jorge
Blass, ganador de la Varita Mágica de Oro en Mónaco y del premio “Siegfried and Roy”, en las Vegas, regresa a su
ciudad natal para hacer lo que mejor sabe y lleva haciendo durante 25 años,
crear ilusiones y conseguir que grandes y pequeños digan sí la mágica. Con motivo
de tal celebración, en el espectáculo hace un repaso y mezcla algunas de las
disciplinas del ilusionismo, como la magia de cerca o micromagia, la de salón
(donde se utilizan diversos accesorios de tamaño medio como cuerdas o pañuelos)
y la elegancia y vistosidad de grandes ilusiones con la magia de escena. Un todo
fabuloso e increscendo donde cada número
es más emocionante y difícil que el anterior.
Cualquier mago clásico que
se precie, debe hacer gala de su habilidad con las manos y deleitar a los
presentes con un número de prestidigitación. He visto en directo más
espectáculos de estas características, pero su elegancia y desenvoltura
haciendo aparecer cartas de la nada supera todo lo anterior. Este hecho puede
explicarse por haber sido aprendiz del maestro Juan Tamariz, quien
nombra en repetidas ocasiones. Blass,
creador de los efectos mágicos en el “El Médico, el Musical” y productor de “El
Gran despipote” actualmente en cartelera, también se sirve de efectos mágicos
como la desaparición, la teletransportación o la transposición de objetos. Podríamos
denominar a dichos efectos como clásicos, pues son historia de la magia.
Nuestra vida actual no sería
igual sin las nuevas tecnologías y Blass,
como una prueba más de su dilatada experiencia e ingenio, se sirve de las
mismas para protagonizar un arriesgado y asombroso número el “del pedido online”
y así abrirse paso en la “Tecnomagia”. Por su innovación y continuo aprendizaje
ha conseguido algo muy inusual entre los profesionales de este campo, vender
uno de sus trucos al mago más internacional del mundo, David Copperfield. No creo necesario explicarlo, pero todas las
ilusiones salieron a la perfección; incluso cuando, como todos los ilusionistas
profesionales, su objetivo es que algo falle para conseguir el más difícil
todavía. Sí es cierto, que me hubiera gustado contemplar algún número que
entrañara cierto peligro como el escapismo, la levitación o la invulnerabilidad.
Sin abandonar el terreno
mágico, apuesto porque todos los espectáculos, con independencia del género, cuenten
con un relato para hacerlos únicos. Un sello particular del artista que quede
grabado en la mente de los espectadores y sirva como gancho para recomendar o
volver a acudir al mismo evento. En Magia
360º los espectadores conocerán parte de la vida profesional y personal del
mago, como su precoz entrada al ilusionismo o el proceso de gestación y
maduración de algunos de sus números. En este sentido, subscribo y comparto el mensaje
de Blass, director del 'IX Festival
Internacional de Magia de Madrid', sobre la magia como hilo conductor de las
emociones y un vehículo idóneo para ilusionar y eliminar las barreras de la
imaginación. Estas pinceladas más humanas potencian el papel protagonista del
público. Precisamente, el espectador también se convertirá en mago por unos
instantes con un número de magia interactiva.
Una de las frases más
repetidas en un espectáculo de ilusionismo es “¿Y cómo ha hecho eso?”, con la
correspondiente respuesta del acompañante: “Si lo supiera, también lo haría yo”.
Pues, sí, también escuché a la salida del Gran Teatro Bankia Príncipe Pío una
conversación similar. No puedo dejar de mencionar la peculiaridad de este recinto
escénico por estar cubierto con una gran carpa circense y contar con un
escenario cruzado o de pasarela. Esta estructura requiere de una mayor atención
por parte del artista, en este caso del taumaturgo, para no dejar ningún cabo
sin atar e impedir que algún ojo indiscreto pueda ver más de la cuenta. Pero Blass, a sus 38 años, ya es mago viejo
a estos efectos, y cuida hasta el mínimo detalle, como el efecto amplificador
de la pantalla, situada al fondo del escenario, el diseño de luces, con sus
respectivos contrastes, la melodía para acrecentar el suspense de sus números y
un final apoteósico y verdaderamente mágico.
Para
Jorge Blass “La magia es el arte de crear la ilusión de lo imposible”. Compruébalo tú mismo y disfruta de una mágica
experiencia 360 grados.
Alberto Sanz Blanco
@AlbertoSBlanco
Dirección:
Jorge Blass
Asistentes
en escena: Marc Ollé, Alejandro Sandes y David Navares.
Música Original: Yadam
Lugar: La
Estación, Gran Teatro Bankia Príncipe Pío (Cuesta San Vicente, 44, 28008 Madrid)
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