Todas las historias con
final feliz comenzaron con un sueño. Personalidades tan diversas como Martin Luther King, en su ilustre
discurso, Shakespeare, en su obra o Albert Einstein, en la formulación de la teoría de la relatividad,
tuvieron un sueño y se hizo realidad. La historia del creador de Circlassica, Emilio Aragón, también partió de un sueño. Si desean conocer más de
esta historia, aún pueden adquirir las localidades para disfrutar de un circo
de ensueño en el recinto ferial de IFEMA.
Un año más, Manuel y Rafael González, al frente de
Productores de Sonrisas, vuelven hacer realidad el deseo de niños, jóvenes y
adultos organizando un circo en Madrid. Si el pasado año ya triunfaron con su
propuesta de El Circo Mágico, este
año la productora se ha superado y ha creado un espectáculo sobresaliente. Nada
de lo que sucede en la pista está hecho al azar y, en este caso, ni el nombre
de este evento ni su significado lo están. Este año el circo moderno celebra su
250 aniversario, y no hay mejor manera de hacer honor a esta efeméride que un
espectáculo circense. Nadie pone en duda que el circo es arte, y el arte cultura;
por tanto, me entristece que las instituciones públicas no hayan dado publicidad
a este aniversario y a tantas sagas de artistas que han hecho feliz con sus
números a niños y adultos. Sin embargo, los profesionales de este arte son el
mejor embajador de su trabajo y les funciona. Circlassica, debido a la alta ocupación, ha prorrogado este espectáculo
hasta el 3 de marzo.
El nombre de este evento
familiar tampoco es casual. Emilio
Aragón, director artístico de este proyecto, hace un sonoro e ingenioso
juego de palabras con circo y clásico. Los espectáculos, con independencia del
género, se han imbuido de las nuevas tecnologías y de los efectos especiales, en
ocasiones histriónicos, olvidándose de su esencia más primaria. Siempre es
bueno volver a los inicios y a partir de ahí comenzar las innovaciones. Esto es
precisamente lo que ha hecho Aragón;
probablemente una de las voces más autorizadas por su experiencia familiar y
laboral. Su vida y este circo guardan relación con el protagonista de la película
El gran showman. Con su espectáculo,
este multidisciplinar humorista, actor,
músico, cantante, presentador y productor regresa al germen del circo y, con
ello, pretende rendir un homenaje a todos esos artistas que un día se
atrevieron a soñar y decidieron dedicar su vida a hacer felices a los demás, desafiando
a Newton y sus leyes, convirtiendo lo imposible en posible y, sobre todo, emocionando.
Todo evento cultural en la
actualidad debe ofrecer una experiencia al espectador y contar con un relato o
elemento estructurador. Circlassica supera
con nota ambas premisas. Nada más entrar en el recinto, de carpa circense, ya
comienza la experiencia para el público, con actividades enfocadas a los más
pequeños y con espacios específicos para inmortalizar este momento; por no
hablar del olor inconfundible de las palomitas recién hechas o el del algodón
de azúcar. Pocos minutos después, suena la melodía de un pequeño órgano. Bajan
las luces y comienza el espectáculo.
Toda historia debe tener al
menos un narrador, en este caso es doble. Por un lado, el externo, con la voz
cálida y entusiasta del mismo Emilio
Aragón, quien nos va introduciendo, de forma audiovisual, los números con pequeñas pinceladas de historia. Estas píldoras de sabiduría, su recuerdo particular a la mujeres y la aproximación a disciplinas afines como la pintura enfatizan el carácter didáctico
de la representación y, por tanto, son a mi juicio un valor añadido. Por otra
parte, el narrador del relato, propiamente dicho, recae en un cándido, bonachón
e ingenuo payaso, Nim (Samuel Peña) enamorado de Margot
(Nardelis), una joven bailarina.
Ambos artistas destacan por su marcada gestualidad facial y corporal y por una
comunicación no verbal desbordante. Su historia de amor no correspondido genera
momentos tanto divertidos como emotivos y, como antes hice referencia, su
presencia tampoco es casual. Estos dos personajes son un homenaje a dos
artistas referentes del universo circense, al payaso Gabriel Aragón, más
conocido como Pepino, y a Virginia Foureaux, acróbata ecuestre. En boca de
los artistas Nim y Margot llevan al espectador al interior
del corazón del circo.
Los asistentes podrán ver
las disciplinas clásicas del circo como funambulistas, trapecistas,
equilibristas, bailarines y malabaristas, y también algunas innovaciones y
actuaciones nunca vistas. Esta mezcla da como resultado unos números circenses
inteligentes, ingeniosos e imaginativos, puestos a disposición del público bajo
una sutil y elegante puesta en escena, en ocasiones igual algo lenta. Un
ejemplo práctico es la recreación de los animales gracias al gran trabajo de
caracterización y vestuario, por parte de los mismos artistas, ante la lógica
prohibición de participar en los circos. En definitiva, los cincuenta profesionales,
realizaron unos números soberbios que contaron con el aplauso y el beneplácito
de los espectadores; incluso en un momento dado hasta los abucheos están
justificados. El hermanamiento intercultural entre todos ellos, es una de las
mejores lecciones que nos deja este circo, porque como bien dice Aragón, no tienen casa pero sí hogar y forman,
así, una familia.
Sin ánimo de destripar nada,
destacaría la elasticidad y coordinación del dúo Ebenezer. La
habilidad de caminar sobre el alambre de Erik
Niemen, la de Pavel Evsukevich con los
aros y pelotas y la combinación de fuerza y equilibrio de The Realcris. Por su
parte, las rusas Toupe Skokov realizaron saltos imposibles en
un balancín gigante. Los acróbatas aéreos, Flying
Zuniga, desafiaron las leyes de la
gravedad y volaron de un lado a otro del recinto. En relación a los números
acrobáticos, en un primer momento eché en falta aparatos fijos, pero
posteriormente me di cuenta que no eran necesarios porque las partes del cuerpo
de los artistas servían como elementos de apoyo y, en ocasiones, con único
punto. Los hermanos Días realizaron
una sorprendente actuación como icarios –malabaristas que únicamente se valen
de sus pies–, y el cuerpo de baile tiñó de elegancia todo el espectáculo. Por
último, un circo no sería tal sin la actuación de payasos como los de la
compañía española Ale hop.
Otra de las esencias de este
espectáculo es la música en directo creada y ejecutada por cuatro de los
hermanos Aragón integrados en la banda ALARMANTIKS.
Sus notas acompañan todos los números circenses y ayudan a potenciar las
situaciones de tensión. En un espectáculo de esta envergadura es tan importante
los artistas como el equipo técnico con nombres como Juanjo Llorens, con una correcta y mágica Iluminación, Kristine Lindmark, en coreografía y
movimientos escénicos, o la compañía METRICO MEDIA, al frente de la
escenografía. Esta última, ubicada bajo una enorme carpa blanca, recrea a la
perfección los camerinos, estancias de los artistas y la entrada semicircular de
los circos. Todos hacen posible que el circo siga de moda y que continuemos
soñando allá donde vayamos. Larga vida al circo.
Circlassica, el mejor homenaje a los 250 años de la
creación del circo con un espectáculo inteligente, ingenioso e imaginativo bajo
una sutil y elegante puesta en escena
Alberto Sanz Blanco
Periodista
Creación: Manuel
y Rafael González (productores de
sonrisas)
Dirección
artística: Emilio Aragón
Músicos: Rodrigo
Aragón Jiménez (bajo y coros), Alejandro Aragón Mingo (teclados), Gonzalo
Aragón Jiménez (guitarra y voz) y Alonso Aragón Jiménez (batería y coros)
Lugar: Av.
Partenón, 5, 28042 Madrid
Contacto: https://circlassica.es/
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