El apellido de una persona
le acompaña para siempre y no es lo mismo uno común o corriente que otro al que
asociamos de forma inequívoca con alguien. Generación tras generación se crean
las sagas familiares, cuyo peso puede llegar a ser muy alto. El apellido Frankenstein
vuelve a estar de moda y después del rotundo éxito en medio mundo, ahora
resuena en el Teatro de la Luz Philips Gran Vía.
El reconocido cineasta y
comediante Mel Brooks, en
colaboración con Thomas Meehan, creó en 1974 una película
cómica, dirigida por el propio Brooks,
como una parodia del cine de terror clásico. Con el paso de los años ambos
tuvieron la genial idea de traspasar la pantalla y convertirlo en un musical. En
la actualidad, los cinéfilos, teatreros y el público en general ya no pueden
concebir la obra de otra manera. Esta adaptación electrizante de la película
monstruosamente divertida de Mel Brooks incorpora el estilo de la gran
pantalla sumando además las características teatrales propias del género y con
el sello distintivo de la gran productora LETSGO, responsable de otros éxitos
como Dirty Dancing, la saga The Hole o La Familia Addams. Estos ingredientes convierten a la obra en un
todo artístico sobresaliente, aunque en algunos instantes el coctel teatral y
musical esté sobrecargado y resulte abrumador.
La historia del menor de la
saga es conocida por todos. Tras la muerte del famoso doctor Víctor Frankenstein, su nieto Dr.
Frederick Frankenstein (Víctor
Ullate) o ´ Fronkonstin´ como él prefiere, hereda un
castillo en Transilvania. Con algún que otro recelo y dejando atrás a su joven
prometida Elizabeth Benning (Marta Ribera) decide viajar a la región sin más pretensión que la
de visitar su nueva posesión. Allí conocerá a su jorobado sirviente Igor (Jordi Vidal), a su joven y atractiva asistente Inga (Cristina Llorente)
y a una imperturbable ama de llaves, Frau
Blücher (Teresa Vallicrosa). Todos
ellos volverán a despertar en el prestigioso doctor el deseo de continuar con
el legado de su abuelo e intentará dar vida a un nuevo ser monstruoso (Albert Gracia), aunque para ello deba
lidiar con el inspector de policía Hans
Kemp (Pitu Manuben) y con todo el pueblo, incluido el menos listo, Ziggy (Gerard Mingez). ¿El desenlace? Un éxito de monstruosas
consecuencias.
El Jovencito Frankenstein aúna lo mejor del teatro musical con lo mejor
del género cómico dando como resultado una desternillante comedia
Cada vez son más los
espectadores que apuestan por los musicales debido a la grandeza y vistosidad del género y por
condensar en un mismo espectáculo cuatro de sus características intrínsecas: música,
canciones, diálogo y baile. Al igual que en otros géneros teatrales podemos
establecer categorías concretas y en este caso todo apunta a lo cómico. De
hecho, la película de Mel Brooks fue concebida como una parodia
del cine de terror clásico en homenaje a las adaptaciones cinematográficas de
la novela de Mary Shelley, Frankenstein, y más concretamente a las producidas por Universal en
los años 1930. En definitiva, el Jovencito
Frankenstein aúna lo mejor del teatro musical con lo mejor del género
cómico. ¿El resultado? Una comedia desternillante.
El responsable de la
dirección artística es Steve Ferrer.
No se me ocurre mejor persona para comandar la representación que este
dramaturgo y actor de dilatada carrera debido a sus conocimientos en el género
cómico, con éxitos tan rotundos en la cartelera teatral madrileña y nacional
como Toc Toc o Por los pelos, y por
su experiencia en la dirección del teatro musical como La Familia Adams. Como adaptador del guion original, Ferrer realiza un magnífico y arduo
trabajo porque es capaz de mantener los diálogos originales de la película,
incorporar nuevas escenas y transiciones y adaptar el frío humor inglés a la
realidad y cultura española con guiños a la actualidad. No sé si es una pretensión
del director, pero las referencias implícitas y explícitas al corazón y al
cerebro, las cuales me fascinaron, adquieren una dimensión mayor al de los
propios órganos y dejan una interesante reflexión que invito a los espectadores
a extraerla.
El libreto de la obra es
ágil, ligero y desternillante y la balanza entre las frases recitadas y
cantadas es correcta. Las primeras sirven para agilizar la trama y las
segundas, en forma de números musicales, para mostrar los estados de ánimo de
los personajes. Este resultado óptimo también puede apreciarse en la adaptación
de las letras realizadas por el propio Ferrer
y Silvia Montesinos. El
inconveniente que observo, y no es una crítica negativa, es si el público puede
ser capaz de digerir la abundancia de información en las letras por la velocidad
de algunas de las canciones, como ocurre en los números de “El cerebro” o “De
nuevo y por fin los dos juntos”.
Pegadizas melodías
interpretadas en directo con vistosas y elegantes coreografías grupales
Como no puede ser de otro modo,
las canciones y la música, en sentido genérico, son los elementos definitorios
del género musical y lo que el espectador nunca olvida. A la salida del teatro
pude comprobar cómo un grupo de niños bailaban y tarareaban algunas de las
letras del musical. Una prueba simple pero empírica de lo pegadizo de las
melodías. También sirve como ejemplo del carácter familiar de este evento,
objetivo ya logrado con la película. Al frente de dicho cometido, la dirección
musical, se encuentra Julio Awad, un
nombre propio en este ámbito. Hay pocas
obras musicales que no hayan pasado por sus manos, desde éxitos actuales como 33 El Musical o Grandes éxitos hasta clásicos como Sonrisas y lágrimas o El
Fantasma de la Opera. En esta ocasión, Awad
apuesta por un leitmotiv central –con mismo tempo y ritmo que se irá replicando
en muchos de los números– y por motivos concretos adaptados a la idiosincrasia
de los protagonistas, como luego comentaré; todos ellos envueltos bajo una
estética y ritmos cabaretescos. El punto positivo es la facilidad de reconocer
las melodías pero algunas de ellas, y sobre todo en el primer acto, terminan
siendo muy similares y los números musicales pierden cierta identidad propia.
No puedo dejar de mencionar la música en directo ejecutada sensacionalmente por
la orquesta, formada por quince músicos bajo la batuta de Lola Barroso, situada en el lugar donde le corresponde, el foso de
orquesta.
Las construcciones
coreográficas de los doce bailarines, creadas y dirigidas por Montse Colomé, acompañan las melodías del musical. Con buen
criterio, esta multipremiada coreógrafa combina composiciones grupales y
distributivas –como la del pueblo en forma de polca o el número de cabaret– con
las individuales donde los ojos de los espectadores se posan sobre los
protagonistas. Los más de veinte actores y actrices, incluidos ensambles y
covers, realizan un soberbio trabajo teatral y musical, gracias al excelente proceso
de selección de Daniel Anglés como
director de casting, y consiguen proyectar las singularidades de sus
personajes, por los que los hacen únicos. De hecho, esta es una de las esencias
de la obra, poder presenciar en directo los míticos, arcaicos y dantescos protagonistas
de la película homónima. Para conseguir ese realismo el trabajo, por un lado,
de peluquería, maquillaje y caracterización, por Olaya Brandón, y vestuario, por otro, a cargo de Felype de Lima es esencial y el
resultado final es sobresaliente.
Los míticos personajes de la
película ahora en el escenario, interpretados de forma solvente e hilarante con
una genial caracterización y vestuario
El protagonista indiscutible
que da nombre a la obra es Dr. Frederick
Frankenstein, brillante neurocirujano, profesor y nieto del maniático Dr. Víctor Von Frankenstein,
genialmente interpretado por Víctor Ullate. Este actor, bailarín y
coreógrafo, experto en musicales, destaca por su naturalidad, elegancia y por
aportar un aire erudito y señorial a su personaje. Ullate demuestra una vez más su versatilidad artística y sus dotes
para el canto y baile. Me fascinó la perfecta ejecución de la difícil técnica
del quasi parlato, además de una marcada gestualidad facial y
corporal muy cómicas. Marta Ribera da
vida a Elizabeth Benning, la coqueta, escandalosa y
excéntrica prometida de Frederick.
Los amantes del teatro musical sabrán de las enormes cualidades vocales de esta
actriz y cantante con innumerables papeles en espectáculos. Ribera vuelve a regalarnos solos
mágicos, juegos melismáticos y modulaciones de difícil ejecución, acompañados
de sensuales movimientos de piernas. Su actuación me recordó al fastuoso género
de la revista, ahora en decadencia, aunque su esencia todavía continúa
presente.
Como bien refleja la canción
“De nuevo y por fin los dos juntos”, el menor de los Frankenstein no puede ser entendido sin su leal y fiel lacayo Igor, representado por Jordi Vidal. La dificultad de este
papel recae en saber mantener durante las más de dos horas de duración del
espectáculo la cifosis (curvatura de la columna vertebral) de su personaje y el
actor barcelonés lo logra con mucha gracia y donaire. La imagen mental para
describir los movimientos de Vidal
es la de una pulga en movimiento y sin, duda, acrecienta la risa de los
presentes. En una actitud hierática e impertérrita está Frau Blücher, ama de
llaves del castillo de Frankenstein y antigua amante de Víctor. Al contrario que el anterior personaje, la grandeza reside
en los escasos movimientos y en no perder la mirada fría y distante, aunque los
instantes de descontrol son geniales. Todo ello es genialmente interpretado por
la actriz barcelonesa Teresa Vallicrosa. La candidez, bonhomía e
inocencia son aportadas por Cristina
Llorente, actriz vallisoletana experta en teatro musical, con Inga, una joven y atractiva transilvana
contratada para asistir a Frederick
en el laboratorio.
Un monstruo anda suelto en
busca de comprensión…
El pueblo, como ente,
también interviene en la representación en forma de turbas y pequeñas
insurrecciones para impedir los experimentos del joven doctor. Entre ellos
destaca Ziggy conocido como “el
tonto del pueblo” interpretado de forma ingeniosa e hilarante por Gerard Minguez. Al frente de los
aldeanos está el Jefe de policía de Transilvania, Hans Kemp, quien tiene
un brazo y una pierna de madera como consecuencia de un enfrentamiento con el
monstruo original. Pitu Manuben es
el encargado de interpretarlo de forma muy realista y también se viste de un ciego
ermitaño cuyo único propósito es encontrar un amigo, protagonizando, de este
modo, un divertido sketch. Hablando de criaturas monstruosas, y aunque parezca
imposible, Albert Gràcia da vida a
un abominable humanoide de gran corazón. Sus movimientos torpes pero
coordinados y los inesperables giros de guion ocupan la mayor parte del segundo
acto. Este actor barcelonés experto en musicales pone a disposición del público
sus conocimientos en mímica y sus estudios como payaso, porque el monstruo no
tiene capacidades para el habla y solo emite sonidos. En definitiva, una
actuación sobresaliente.
La construcción
escenográfica, obra de Felype de Lima,
está a la altura de este musical. De forma funcional y realista se recrean los
distintos ambientes por los que transcurre la representación: el aula magna del
profesor, las calles de Transilvania, los alrededores del castillo –en
videoescena– y el laboratorio como sala de experimentos. Allí, podemos
presenciar una alucinante elevación. Sin duda, uno de los mejores momentos del
musical, técnicamente hablando. Todos estos escenarios son posibles gracias a
las plataformas móviles. Su estratégica forma de colocación y su recubrimiento
acristalado son sensacionales y consiguen el efecto de profundad infinita. Por último, la perfecta iluminación de Juanjo Llorens, con proyecciones de
videos en el escenario incluidas, y el correcto diseño sonoro supervisado por Javier Isequilla crean efectos especiales
mágicos y terroríficos, con chispas y humo artificial. Dos adjetivos también
aplicables a este sobresaliente musical.
En
El Jovencito Frankenstein disfrutarán de la mejor y monstruosa
comedia musical de todos los tiempos
Alberto Sanz Blanco
Periodista
Autor:
Mell Brooks
Productor
Artístico: Iñaki Fernández
Director
artístico: Esteve Ferrer
Adaptación de letras:
Esteve Ferrer y Silvia Montesinos
Director musical: Julio Awad
Reparto: Víctor Ullate Roche, Marta Ribera,
Jordi Vidal, Albert García, Cristina Llorente , Teresa Vallicrosa Pitu
Manubens, Gerard Mínguez, Pablo Plaza, Joselu Lopez, Adrián Quiles Arias, Álex
Chávarri, Avelino Piedad, Maria José Garrido, Desirée Moreno, Laura Castrillon,
Belén Marcos, Graciela Monterde, Chema
Zamora , Natalia Delgado, Thais Curiá y Natxo Núñez.
Lugar: Teatro
de la Luz Philips Gran Vía (Calle Gran Vía, 66, 28013 Madrid)
Venta de entradas: https://www.taquilla.com/entradas/el-jovencito-frankenstein?t10id=1201
Venta de entradas: https://www.taquilla.com/entradas/el-jovencito-frankenstein?t10id=1201
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