Vivir
con alguien entre cuatro paredes no es sinónimo de conocimiento mutuo. Cuántas
veces oímos y no escuchamos, hablamos pero no decimos o lanzamos un grito de
ayuda inaudible o no descifrable por el otro. Suena tópico aunque es una gran
verdad que cada momento es único y puede ser el último; por este motivo, y para
poner cara y voz a esta y otras reflexiones, les recomiendo acudir a la sala
Lola Membrives del Teatro Lara.
Bajo
el sello de la productora Serie Teatro –experta en elegir obras de temática
joven y actual– Ángel Caballero (autor, director y también
actor de esta representación) nos invita a colarnos en el piso de cuatro amigos:
Ángel (Ángel Caballero), Jose (Ramón San Román), Carlos (Álex Pastrana) y
Juan (Carlos Camino). Sus vidas
transcurren con aparente normalidad, como la de cualquier joven en busca de
hacer realidad sus sueños y cumplir sus aspiraciones, aunque –como afirma uno
de ellos– lo bueno siempre
viene seguido de algo malo que lo empaña; como su amistad, a simple vista
indestructible, la cual puede terminar como el título de la representación.
Si
leemos detenidamente esta breve sinopsis falta un elemento desestabilizador
claro o un catarsis vital explícita sobre la que bascular la representación
pero es tal la carga de humanidad y realismo que no necesita de un conflicto
inicial; dicho de otro modo, las acciones en nuestras vidas transcurren sin un
esquema previo, más allá del que nosotros queramos darle, donde alegrías y
desgracias aparecen y desaparecen marcando, así, nuestra curva de la vida. Algo
similar ocurre en esta obra; de ahí que podamos encuadrarla en el género de la
tragicomedia o dramedia contemporánea, donde situaciones cómicas conviven con
otras dramáticas y juntas conforman el relato. También resulta pertinente tomar
prestado el concepto televisivo de comedia de situación o sit comedy cuyos episodios se desarrollan regularmente en los
mismos lugares y con los mismos personajes. En definitiva, un cóctel completo
de géneros y subgéneros al servicio de la representación.
Este
dramaturgo malagueño, participante en conocidas series televisivas como Carmina, Perdóname Señor o Brigada
Costa del Sol, construye una obra moderna basada en los problemas reales de
los jóvenes, y de no tan jóvenes, donde la madurez es un grado y, a diferencia
de los universitarios, no dura cuatro años si no toda una vida. Los temas
centrales son la amistad y la comunicación y con esos dos pilares es capaz de
construir un libreto, de 90 minutos de duración, compacto, inteligente y de
enorme profundidad vital. Quizá podrían simplificarse algunas de las escenas
para no perder el hilo central del relato aunque, todas suman para conformar una historia ágil y atrayente con un halo de pesimismo. Caballero consiguió que me olvidara de que estaba visionando una
obra teatral, pues perfectamente los problemas e inseguridades de los
protagonistas podrían ser compartidos por algunos de los presentes, de los cuales
me incluyo.
Ángel Caballero también está al frente de la dirección
y su trabajo es solvente. La mayor dificultad, a mi juicio, está en saber
equilibrar la balanza entre situaciones de contenido cómico y dramático e implementarlas
de forma oportuna. Objetivo conseguido, aunque en algunas escenas domine cierta
sobreactuación. Otra de las virtudes de su dirección, y de la obra en su
conjunto, es la naturalidad y simpleza. Como antes hice referencia, parece que
estamos asistiendo a episodios mundados de una persona y este cuarteto
de actores sean los elegidos para representarlos. Me fascina, y aquí radica
otra de las grandezas de la obra y aciertos de Caballero, la profundidad de los cuatro personajes y lo bien dibujadas
que están sus respectivas vidas. De nuevo, veo un reflejo de la vida misma
porque los implicados pasan por situaciones cómicas y dramáticas y no son los
mismos al principio que al final de esta historia.
Los
roles de los protagonistas son corales y sus diferentes formas de ver, actuar y
sobrellevar las situaciones van complementándose y engrandecen la
representación. Caballero, quien se
desdobla de su doble faceta de dramaturgo y director, da vida a un periodista
musical deslenguado, extrovertido y aparentemente impasible ante los problemas
propios y ajenos. En esta vertiente, el actor malagueño está colosal y nos deja
un sinfín de momentos cómicos, aunque también sorprendan sus cambios de actitud
y registros en los últimos compases de la representación, donde demuestra su madurez
artística. Ramón San Román da vida a un estudiante de derecho de fuerte carácter. En los
primeros instantes su personaje parece algo plano y reservado pero, como en la
vida, todo tiene una explicación y cuando el público la conozca entenderá la
buena interpretación de este actor participante en conocidas series televisas (Sin tetas no hay paraíso, Aída o Amar es para siempre) y montajes teatrales (No nos moverán). Una vez
despojado de las ataduras de su personaje vemos a un actor con luz propia.
El
papel más complicado, desde mi óptica, por su profundidad y exigencia recae en Álex Pastrana, quien da vida a un joven
taciturno de enorme debilidad emocional y baja autoestima, tan grandes como el
talento no percibido por él mismo. Será el encargado de dinamitar la
representación y cambiar los tempos y el tono de la misma. Este actor de
portentoso físico y dilatada formación imprime una sentimentalismo bárbaro con
miradas tristes y apagadas, por exigencias de su personaje, creando un clima
propicio para derramar alguna lágrima. Por último, el personaje de Carlos Camino es el nexo de unión de los
anteriores, su rol de líder y su actitud sarcástica hará calmar los ánimos en los momentos más tensos.
Como le define uno de sus compañeros: “Es capaz de decir las palabras adecuadas en el momento
justo”. Esta polivalencia es interpretada con inteligencia, bonhomía y
perspicacia por este actor de teatro (Una
chica especial, 2018), cine (The Kill
Team, 2017) y televisión (Aquí mando
yo, 2018). En definitiva, la interpretación de los cuatro actores es
perfecta, con independencia de algún trastabille o titubeo nervioso, y
demuestran que juventud no va ligado a inexperiencia.
Una tragicomedia contemporánea
sobre la pérdida de la inocencia y de la amistad donde disfrutarán de un relato
compacto, inteligente y de enorme profundidad vital y descubrirán donde muren las palabras
Alberto Sanz Blanco
Periodista
Autor y director: Ángel Caballero
Reparto: Ángel Caballero, Ramón San Román,
Carlos Camino y Álex Pastrana.
Venta de entradas: https://bit.ly/2mmWqW5
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