De
A Coruña. 42 años. Humorista, ilusionista, escritor y director de cine. Algunos
le describen como el rey de las cosas pequeñas, otros como el domador de la palabra
y otros simplemente se ríen con él. Luis
Piedrahita ya tiene calzados los guantes de boxeo del humor todos los
viernes y sábados en los Cines Callao esperando un combate de uno contra uno. ¿Quién
ganará?
Bendito
humor que hace nuestro día a día más llevadero y benditas también las personas,
humoristas, capaces de subirse a un escenario y contar con gracia, ingenio y donaire
situaciones comunes con las cuales podemos sentirnos identificados. Esta
descripción y adjetivos son atribuibles a Piedrahita,
cómico que todo lo que toca no sé si lo convierte en oro pero sí en risas, como
ocurrió con shows anteriores como Las
amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas y El castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable.
En
Es mi palabra contra la mía, Luís Piedrahita “olisquea la realidad
con afán de cerdo trufero y saca a relucir los aspectos más absurdos de nuestro
día a día” y más concretamente, el monologuista analiza por qué nadie está
contento con su suerte. El alto quiere ser bajo, el joven mayor, el soltero
casado y viceversa. De ahí su honda y certera pregunta “¿Somos acaso felices en
un mundo donde odiamos todo lo que nos rodea?” Obviamente no contestaré a esta
reflexión, pero con profesionales del humor como él todo es más sencillo y no
hay mejor terapia que reírnos de nuestras propias miserias.
Nada
más pisar la moqueta de la planta baja de los cines Callao sabemos que estamos
ante un espectáculo de humor. Mientras en otras representaciones los minutos
previos al comienzo parece tiempo perdido, en esta, el colaborador y guionista
de El hormiguero interacciona y juega
con los presentes, sin estar aún sobre el escenario, gracias a la enorme
pantalla cinematográfica; incluso una vez empezado el espectáculo no duda en
detenerlo ante la tardía llegada de algún espectador. En este introito tenemos
dos características repetidas a lo largo de los 80 minutos de duración:
interacción con el público y facilidad para la improvisación. El autor de siete
‘best sellers’ de humor pregunta, conversa y ríe con el respetable como si de
una animosa conversación se tratara; iba a utilizar la fórmula de la ruptura de
la cuarta pared, pero sería un error porque aquí directamente no hay pared. En un
momento determinado, los asistentes, si lo desean, podrán participar en una
dinámica móvil con un premio para el ganador. Con respecto a la improvisación, Piedrahita comenta situaciones particulares
a raíz de las respuestas y juega al despiste comunicándose con el exterior. Y hasta
aquí puedo leer.
Si
vemos la amplia cartelera teatral comprobamos la proliferación de espectáculos
de humor, incluso lugares especializados en este arte, pues hacer reír a
alguien para mí siempre es un arte. Entre tanta competencia sana, la diferenciación
es el camino del éxito. El escritor y director, junto a Rodrigo Sopeña, del largometraje La habitación de Fermat es único y ampliamente conocido por su
humor blanco e inteligente que comienza como sutil para terminar como
corrosivo. En este microclima, Piedrahita
–ataviado con un traje azul obscuro y sus características gafas– deleita a los
presentes con el don de palabra, adjetivos por doquier, comparaciones ingeniosas,
frases célebres e incluso sonoros pareados. Es capaz de enlazar chistes y de
saltar de tema en tema sin despeinarse, aunque como es habitual en él se atuse
el pelo, con la habilidad propia de los magos. Hablando de magia, resultará
probable que muchos le recuerden por sus trucos en el programa presentado por Pablo Motos y, aunque este no sea una función
de ilusionismo, estoy convencido del enorme interés del público ante algunos de
sus números inverosímiles. Recomendación realizada.
Volviendo
a la temática de su espectáculo, en el nombre ya podemos observar su ingenio y
don para los juegos de palabras, así como su actitud combativa ante la realidad
en la imagen central. Piedrahita,
participante en el exitoso programa El club de la comedia, golpea con fuerza y atino a asuntos tan cotidianos como una
mudanza, con todo lo que ello implica. La sabiduría y la ingenuidad, ambas
relacionadas con la edad. La dificultad de hacer nuestras necesidades
fisiológicas en baños ajenos, a excepción de centros comerciales o el amor,
definido por él mismo como “un demonio al adoptar varias formas”. Temas de
apariencia fútil o banal pero de enorme profundidad y propicios para divagar. Este
cómico es experto en sacar punta, disertar y realizar digresiones y parlamentos
de pequeñas realidades para extrapolarlas a una mayor. Un ingenio al alcance de
pocos. Sin embargo, sus reflexiones no finalizan con una gracieta, sino con una
moraleja, enseñanza o reflexión, aplicable a cada uno de nosotros.
La
puesta en escena, a veces sutil otras surrealista, es perfecta y guarda similitud
con la idiosincrasia de este genuino monologuista. Algunos de sus chistes, reflexiones
o ambas a la vez van acompañados de imágenes en la pantalla de enormes
dimensiones situada a su espalda, esto incrementa el interés de los
espectadores y hace más dinámico el show cómico. También contribuyen los
efectos de luces, en momentos estratégicos, repartidos a lo largo y ancho del
auditorio. En definitiva, un espectáculo sobresaliente, humano y divertido
donde el único protagonista es el humor.
Luis Piedrahita vuelve a
los escenarios con un monólogo ingenioso, inteligente y desternillante
acompañado de su locuacidad y don para la palabra sumergida en humor. Si no me
creen es “Mi palabra contra la mía”
Alberto Sanz Blanco
Periodista
Autor: Luis Piedrahita
Lugar: Cines Callao (Plaza del Callao, 3,
28013)
Contacto: https://cinescallao.es/espectaculos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario