Tras
cuatro décadas de éxito mundial, el Teatro Rialto pasa a ser el club nocturno
más famoso de la capital con La Cage aux
folles. Un espectáculo de variedades sin freno ni conciencia, cargado de pasión
y virtuosismo, y pensado en su totalidad para el disfrute de un público, de
todas las edades, sin complejos ni temores. Adquieran sus localidades y pasen y
lean, que esta crítica acaba de empezar.
El
género grande es y seguirá siendo el del musical. Una construcción teatral
donde canciones, libreto, música y coreografías son fusionados en una misma
entidad y cada una de estas partes goza de sentido propio. Madrid está viviendo
el auge de esta modalidad con espectáculos por doquier con gran acogida por
parte de los espectadores. No seré yo quien augure una burbuja en este ámbito,
pero creo firmemente en la importancia de la diferenciación y en ofrecer de
forma clara y sencilla al respetable cuál es el valor añadido y qué características
hacen único a cada espectáculo. En esta ocasión, les aseguro que no existe nada
similar en la amplia y variada cartelera teatral donde el desenfreno, la
explosividad, exuberancia y fuerza escénica combinen tan bien.
Cóctel
de géneros musicales para el disfrute del espectador
Los
amantes del teatro francés quizá recuerden esta obra teatral del dramaturgo Jean Poiret, estrenada en 1973, con libreto
de Harvey Fierstein y música y
letras de Jerry Herman; incluso la
película, de producción franco-italiana, con el mismo nombre, cinco años
después. Si ustedes no habían nacido o reparado en este título no deben
preocuparse porque gracias a Àngel
Llàcer, al frente de la dirección, a Manu
Guix y Andreu Gallén, como
directores musicales, y a los más de 28 artistas en acción, conocerán la
historia de Albin (Àngel Llàcer) y Georges (Ivan Labanda), estrella y propietario del
club nocturno “La Cage aux Folles” de la localidad francesa de Saint Tropez. Su
tranquila forma de vida se verá alterada por un hecho inesperado: Jean Michel (Roc Bernadí), el hijo de Georges,
desea casarse con Anne (Lucía Madrigal Cuadra) hija de Marie Dindon (Ana Cerdeiriña) y de
un diputado ultraconservador, Edouard
Dindon, (José
Luis Mosquera), fiel
defensor de los valores más tradicionales en la vida familiar. El encuentro
entre ambas familias generará equívocos y situaciones rocambolescas, a la par
que divertidas.
Con
este título y teniendo al frente a un maestro teatral y televisivo como Llàcer es obvio que no estamos ante un
musical de corte clásico, discreto o recatado, sino más bien todo lo contrario.
Bromas aparte, la primera grandeza de este musical, traducido y adaptado por Roser Batalla y Roger Peña, es primero rescatar y después agrupar géneros y subgéneros
castizos y europeos; algunos algo denostados y otros casi caducos. La categoría
global definitoria es la de teatro de variedades por la suma de elementos como bailes,
números musicales, declamación, humorismo o acrobacias y dentro de esta,
destacaría cuatro en concreto: el divertissement
donde de forma coloquial y desenfada, los músicos del siglo XVIII recitaban sus
piezas. El burlesque o su variante moderna, neo-burlesque
donde además de lo festivo, alegre y burlesco recurren al drag y travestismo
como elementos novedosos (algo esencial e icónico en esta obra) y, por supuesto,
el café-chantant como variante más
completa del cabaret francés y del music
hall inglés. Por último, algunos de los números y la estructuración del
espectáculo me recordaron al género de la revista, prácticamente desaparecido y
criticado pero que sin sus bases, muchas de las obras actuales –esta en
concreto– no tendrían sentido. En definitiva, estamos ante un espectáculo inspirado
en las mejores y más variadas categorías musicales actualizadas y pensadas para
el deleite de los espectadores, como así ocurre vistos los airosos y acalorados
aplausos y vítores.
Canto
a la libertad sexual individual y colectiva y al derecho de amar y ser amado
El
hilo argumental quizá sea lo menos definitorio o característico de los
musicales en general. En este en concreto, la trama es esbozada de forma débil
y en los primeros compases de la obra noté la ausencia de contenido puramente
teatral en comparación con la manera de presentarlo; dicho de otro modo, el
fondo (argumento central) estaba supeditado en demasía a la impactante, colosal
y fuerte puesta en escena. Sin embargo, con el paso de la función (la duración
es de 2 horas y 30 minutos, con 20 minutos de entreacto) esa sensación fue desapareciendo.
Tanto es así, que casi me olvidé de los elementos escenográficos para centrarme
en el profundo, emotivo y reivindicativo mensaje. Sin desvelar nada, este musical
es un canto a la libertad individual y colectiva, al derecho de amar y ser
amado sin excepción alguna, al respeto a la libertad sexual y a derribar
pensamientos y actitudes arcaicos, puritanos y homófobos. Por este motivo,
felicito a Llàcer, como cabeza visible del proyecto, por
contribuir, desde el arte teatral y musical, a la cultura del respeto, la
tolerancia, la diversidad y, de nuevo, del amor. De su dirección, también
destacaría el juego inteligente y simbólico de los espacios y el carácter metateatral
(un musical insertado en otro) al representar escenas entre bambalinas. No se
me ocurre mejor metáfora para este musical que hacer visible absolutamente
todo.
Electrizantes
y contagiosas melodías musicales con ritmos cabaretescos
Para
implementar lo anteriormente expuesto, las letras y música son el mejor
vehículo para conseguirlo y Manu Guix y
Andreu Gallén los mejores pilotos. Todas las canciones llevan implícito un
mensaje simbólico cargado de significado. La más icónica, ya convertido en
himno, es “Soy lo que soy”. Nuca cuatro palabras, dos de ellas repetidas,
pudieron representar tanto en tan poco; pues es el mejor canto a la aceptación
y el orgullo de ser como uno es. Además, el momento elegido en el musical no
puede ser el más idóneo por significar un punto de inflexión en el
protagonista. Otra letra para mí esencial es “La vida empieza hoy” porque
resume la filosofía del Carpe Diem esencial
en el espectáculo basada en la felicidad y en su contagio. También son muchas las
canciones que versan sobre el amor y el derribo de clichés. Guix, multipremiado compositor,
cantante y pianista de reconocido prestigio, y Gallén, pianista, compositor y director musical de enorme
trayectoria, reproducen y mantienen un leitmotiv ágil, electrizante y altamente
contagioso, además de ritmos cabaretescos fuertemente marcados y bellas cadencias.
Todos ellos ejecutados con virtuosismo por la orquesta ubicada en lo alto del
escenario bajo la dirección de Andreu
Gallén y Carlos Pérez Claudio.
El
alma de esta función son los 28 artistas en acción, cuyo trabajo es magnífico y
nos regalan enérgicos y vistosos números conjuntos con una puesta en escena rompedora.
También nos enseñan que lo sensual y sugerente no está reñido con la potencia,
y sino que se lo digan a las peligrosas, descaradas y despampanantes “pajaritas”,
quienes ejecutan vistosas, complejas y variadas coreografías centrales del
espectáculo, las que luego mencionaré, además de aportar picantes momentos
cómicos y disparatados; como los protagonizados con el ingenuo regidor Francis, interpretado por el actor Oriol Burés.
Los
ojos de los espectadores están posados sobre el camaleónico Àngel Llàcer, la estrella de este show
en el papel de Albin, un hombre
transparente de buen corazón quien trabaja de protagonista en el club nocturno “La
Cage aux Folles” como drag queen dando vida a Zaza. Somos muchos los que hemos
visto y disfrutado de este presentador y colaborador televisivo en infinidad de
talent shows, pero nunca había tenido la oportunidad de verlo en directo y, si
me permiten la broma, de criticar a un profesor de canto y baile. El trabajo de
este actor barcelonés es magnífico y puede decir, sin temer al tópico, que lo
da todo sobre el escenario. En su faceta vocal domina la compleja técnica del parlato (muy usada en el espectáculo) y
los agudos; a la vez que nos regala divertidos juegos vocales, pero sin duda,
destacaría su vertiente actoral por su genial y marcada gestualidad facial y corporal
y por su histrionismo y vis cómica. Además,
Llàcer –al frente de obras como La tienda de los horrores (2018), Molt soroll per no res (2015) o El petit princep (2014) – irradia y
contagia alegría a los espectadores. Tanto es así, que no duda en dinamitar, porque
romper es quedarse corto, la cuarta pared e invitar a algunos de los presentes
a subirse al escenario y a realizar una prueba con un, imagino, dulce final.
A
su lado le acompaña Georges –pareja
de Albin, propietario del club y
maestro de ceremonias– a quien da vida un sensacional Ivan Lavanda. Este polifacético actor de serie y televisión quien,
además, ha puesto voz a más de 350 películas estrenadas en salas comerciales,
destaca en el terreno artístico por su corrección, sensibilidad y presencia
escénica, vistas en el introito de la función. Su experiencia en doblaje puede
apreciarse por su facilidad y comodidad para voces graves y agudas. Por si no
fuera suficiente, Lavanda y Llàcer protagonizan dúos emotivos y
vibrantes como Si estás junto a mí. A
esta pareja hay que sumarle el extravagante y zascandil mayordomo o doncella,
según el momento, Jacob,
interpretado por el sensacional y cómico imitador Ricky Mata.
El
actor Roc Bernadí y la actriz Lucía Madrigal Cuadra son los
encargados de dar vida a una joven pareja de enamorados. Ambos bordan la cara
de apuro por las situaciones en las que se ven envueltos, se complemente a la perfección
sobre las tablas con canciones como Con
Ane junto a mí y son los encargados de dar movilidad y continuidad a la
representación. Por su parte, los responsables de agitarla son la pareja de
ultraconservadores interpretada por una comedida y simpática Ana Cerdeiriña y por un serio e
intransigente José Luis Mosquera,
genial actor y transformista en musicales como Priscilla, reina del desierto. Sensacional también Anna Lagares, como la glamurosa y
alegre propietaria de un exclusivo restaurante quien complicará aún más los
enredos de los personajes.
Vistosas
coreografías, coloridos vestuarios y fortaleza técnica
El
componente coreográfico es otro de los pilares del género musical y al frente
de este cometido está la maestra y coreógrafa Miryam Benedited, quien construye vistosos movimientos grupales,
simétricos y distributivos; sin duda potenciados por la variada y colorida
caracterización de Helena Fenoy y Marta Ferrer y vestuario de Míriam Compte. Este último aspecto es
esencial por los más de 140 cambios de indumentaria y porque la forma de vestir
nos dice mucho de la idiosincrasia de los personajes y de sus estados de ánimo.
Este
género es tan aclamado, entre otros motivos, por la magnitud de los elementos
técnicos y escenográficos y esta ocasión no es una excepción. Enric Planas, al frente de la escenografía,
crea pertinentes y vistosas estructuras elevadizas y plataformas móviles.
Además reproduce con exactitud los lugares donde trascurre la acción como el club
nocturno, la casa de los protagonistas o el lujoso restaurante. Un trabajo
sobresaliente; como el realizado por Albert
Faura al frente de la colorida y explosiva iluminación de 250.000 vatios de
luz, destellos y juegos de sombras fabulosos, o la labor sonora de Roc Mateu, al frente de los 30.000 vatios.
En definitiva, la vida empieza hoy, como reza una de las canciones, y si os atrevéis,
como afirma otra de ellas, puede ser un buen momento para acudir a ver este gran
espectáculo.
Si desean disfrutar de un
reivindicativo musical pensado para el amor y el disfrute gracias a profundas
letras, electrizantes melodías, contagiosas coreografías y coloridos vestuarios
pasen y vean La Jaula de las locas
Alberto Sanz Blanco
Periodista
Autor: Jean Poiret
Libreto:
Harvey Fierstein
Música y letras: Jerry Herman
Director: Àngel Llàcer
Director musical: Manu Guix y Andreu Gallén
Reparto: Àngel Llàcer ,Ivan Labanda, Ana
Cerdeiriña, Ricky Mata, Roc Bernadí, Lucía Madrigal Cuadra, José Luis Mosquera,
Anna Lagares, Oriol Burés, Bittor Fernández, Antonio del Valle, Clàudia Bravo,
Joan Salas, Empar Esteve, Sergi Terns, Ana Micó, Jordi García, Enric Marimon, Danel
Xabier, Jordi Diaz, Keko Martos, Chema Zamora, Sara Martín.
Músicos: Andreu Gallén, Gerard Alonso, Víctor
Bruna, Alejandro Pérez, Albert Carrique, Ángel Rodrígez, Raúl Gil, Javier
Arévalo, Javier Martintxo, Enric Castello, Chema Animal Pérez, Carlos Pérez
Claudio, Julián Jiménez, Roberto Pachecho, Luís Zenner, Antonio Molina y Paloma
Romero.
Lugar: Teatro Rialto (Calle Gran Vía, 54, 28013 Madrid)
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