- ¿Cariño, todo bien? ¿tienes algo que contarme?
-Sí… claro todo bien, sin cambios, ¿Por qué lo preguntas? ¿Y tú qué?, porque también te noto extraño, a ver si me estás ocultado algo.
-No, por nada, te he visto algo cambiada y supuse que igual pasaba algo. Y yo… sí claro todo bien cómo voy a esconderte algo a ti.
El
sabio lector habrá supuesto que tanto las preguntas como las respuestas de esta
imaginaria, o no tanto, conversación están plagadas de mentiras. Las dudas
nunca son casuales aunque a veces no plantearlas pueda ser aún peor. Si desean
poner cara y voz a esta y otras cuestiones relacionadas con la amistad, el
amor, el sexo o todas a la vez solo tienen este domingo para visitar la sala
Lola Membrives del Teatro Lara.
El
texto del dramaturgo Miguel Ángel
Cárcano, bajo la dirección de César
Oliver, nos invita a conocer a dos parejas y amigos entre sí. Una noche,
después de una tensa cena, Daniel (Cristóbal Araque), novio de Virginia, tendrá una profunda conversación
con Marta (Mariló Pérez), novia de Carlos, sobre acontecimientos pasados y
aparentemente olvidados. Por su parte, Carlos
(César Oliver) tendrá una íntima y también honda conversación con Virginia (Soraya Peña) donde
intercambiarán pareceres sobre formas distintas de ver y sentir. Ambas
conversaciones podrían afectar la relación de las dos parejas y poner en jaque
la amistad entre ellos.
Con
solo leer la sinopsis de la obra, dan ganas de seguir conociendo más datos
sobre la vida de estos cuatro personajes y este interés es mantenido durante
los 75 minutos de duración. Este teatro, y la sala en concreto, es experto en
el género de tragicomedia contemporánea o dramedia sobre asuntos cotidianos
donde, como suele ocurrir con otras representaciones de este género, el
espectador podrá verse reflejado. El dramaturgo, director y actor Miguel Ángel Cárcano crea un libreto
divertido, ameno, apetecible y sin tabúes impostados. No obstante, la
estructura de la representación no termina de convencerme al presentar dos
conversaciones –de duración excesiva y algo reiterativas– en bloques separados en detrimento de
acciones conjuntas. Me quedé con ganas de ver una mayor proyección, una evolución de
los implicados y una reacción a las decisiones adoptadas con un final más
resolutivo. También es cierto que en la vida, en este caso la de los
protagonistas, no conocemos el final y con uno abierto, Cárcano deposita la responsabilidad de
elucubrar sobre el respetable.
Detrás
de una comedia ligera, de un chiste inocuo o de un divertido gag, siempre puede
haber un sustrato más profundo, como ocurre con el libreto de Cárcano. Hilando fino, encontré una
explicación plausible al título de la representación y una división entre los dos
términos: teoría y práctica. Igual que para Hume el ser y el deber ser no eran iguales, en nuestra
cotidianeidad ambos conceptos tampoco lo son. Mientras, como aparece en la
parte superior del cartel, la teoría conduce a que el sexo es lo que hacemos,
la práctica establece que el sexo es lo que somos; además, los protagonistas
parecen tomar conciencia de esta frase de Einstein “no hay nada más práctico que
una buena teoría” y caminar bajo el proceso reflexivo de Kafka, quien
establecía la observación de los hechos, la elaboración de las teorías pero
siempre la vuelta a los hechos.
La
batuta del director solo apunta a los dos actores y actrices porque las
reacciones de los presentes nunca pueden controlarse. Esta es una de las
lecciones de la dirección de César
Oliver al contar, en la función a la que asistí, con un público entregado
con continuas risotadas y carcajadas. De hecho, en la obra es el quinto
integrante del elenco. Esta frase no es una licencia periodística ni una
fórmula poética; mientras en otra representaciones, el espectador puede
participar e incluso intervenir, en “Teoría y práctica sobre los principios
mecánicos del sexo” actúa de confesor, de ese amigo a quien no puedes mentir o
de esa persona la cual necesitas su aprobación. Una decisión, sin duda
acertada. Además, y a pesar de contar con la figura del aparte bien
implementada y dirigida, la relación e iteración entre el elenco y el público
es total, algo que este último sabe valorar.
Volviendo
a la labor direccional más pura, Oliver
–actor de teatro (Caricias, La cena de los generales), cine (Señor dame paciencia, 321 días en Michigan) y series y programas
televisivos (Zapeando, Águila Roja, B&B)– sabe situar sobre el escenario de corbata al reparto,
aprovechar el espacio escénico con las salidas y entradas y, a mi juicio,
paliar la abrupta ruptura en la estructura narrativa. También hubiera sido
deseable haber bajado el tono de intensidad de algunas escenas e intervenciones
del elenco y potenciar la calma y el carácter reflexivo antes mencionado.
Los
encargados de pasar de las musas al teatro son los dos actores y actrices en escena,
todos ellos entregados antes incluso del comienzo propiamente de la obra y con
un juego de roles complementarios y, de nuevo, asociado al título de la
representación. La garra escénica envuelta en un personaje de armas tomar es
una de las cualidades de Mariló Pérez.
Su personaje es un terremoto continúo y con un lenguaje cercano a lo vulgar es
capaz de conseguir aquello que se propone. Esta actriz, cantante y compositora
interpreta estas características con llaneza, tranquilidad y desenvoltura
aunque recomienzo a los presentes no llevarla la contraria si os interpela. Bromas
aparte, su papel marida bien con la actitud calmada de Daniel, personaje
interpretado por Cristóbal Araque. Este
actor toledano con participaciones en teatro (The Normal Heart, Vanya),
cortometrajes (Recuérdame, Cartas Ciegas) y series televisivas (Gran Hotel,
Velvet, Aguila Roja) tiñe a la
representación de un carácter reflexivo y me fascinó su forma de recitar
algunas de sus frases. Pese a dar vida a un personaje algo inexpresivo, su alma
de narrador y su carácter impertérrito le permiten brillar sobre el escenario.
La
relación entre Carlos y Virginia,
parejas de los anteriores personajes, se mueve en un plano similar. El primero
es interpretado por un activo y musculoso César
Oliver, quien demuestra su generosidad al desdoblarse como
director y actor y no acaparar toda la función. Su acento andaluz, su fortaleza
escénica y su genial vis cómica, sumada a la irreflexión y pragmatismo de su
personaje acrecientan la risa de los presentes. Donde más conocemos al personaje femenino
restante es durante la conversación con Carlos.
Ahí descubrimos a una incisiva Soraya
Peña, actriz de gran formación con papeles en teatro (Razones para ser guapa), numerosas películas (70 Binladens) y
series televisivas (La que se avecina, Qué Vida Más Triste). Su personaje aporta reflexiones interesantes, enunciadas
con convicción por esta actriz, envueltas en un profundo chantaje emocional. Sin
desvelar nada más, puedo asegurar a los espectadores que este cuarteto les sorprenderá.
El amor y la amistad son
dos de los sentimientos protagonistas interpretados con realismo, gracia y
donaire por este cuarteto defensor de la Teoría
y práctica sobre los principios mecánicos del sexo
Alberto Sanz Blanco
Periodista @AlbertoSBlanco
Autor: Miguel Ángel Cárcano
Director: César Oliver
Reparto: César Oliver, Mariló Pérez,
Cristóbal Araque y Soraya Peña
Lugar: Teatro Lara (Corredera Baja de San
Pablo, 15, 28004)
Entradas: https://n9.cl/ifwn5
Contacto: https://www.teatrolara.com/programacion/teoria-y-practica-sobre-los-principios-mecanicos-del-sexo/
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